ION 532b-533c: Universalidade de uma arte em seu domínio

ION. – ¿Cuál es, entonces, la causa, oh Sócrates, de que yo, cuando alguien habla conmigo de algún otro poeta, no me concentro y soy incapaz de contribuir en el diálogo con algo digno de mención y me encuentro como adormilado? Pero si alguno saca a relucir el nombre de Homero, me espabilo rápidamente, pongo en ello mis cinco sentidos y no me falta qué decir.

SÓC. – No es difícil, amigo, conjeturarlo; pues a todos es patente que tú no estás capacitado para hablar de Homero gracias a una técnica y ciencia; porque si fueras capaz de hablar por una cierta técnica, también serías capaz de hacerlo sobre los otros poetas, pues en cierta manera, la poética es un todo. ¿O no?

ION. – Sí.

SÓC. – Pues si se toma otra técnica cualquiera considerada como un todo, ¿no se encuentra en todas ellas el mismo género de investigación? Qué es lo que yo entiendo por esto, ¿querrás oírlo de mí, Ion?

ION. – Por Zeus, que es esto lo que quiero, Sócrates. Pues yo me complazco oyéndoos a vosotros los que sabéis.

SÓC. – ¡Qué más quisiera yo que estuvieses en lo cierto, oh Ion! Sois vosotros, más bien, los que sois sabios, los rapsodos y actores y aquellos cuyos poemas cantáis. Yo no digo, pues, sino la verdad que corresponde a un hombre corriente. Por lo demás, con respeto a lo que te acabo de decir, fíjate qué baladí y trivial es, para cualquiera, el reconocer lo que decía de que la investigación es la misma, cuando alguien toma una técnica en su totalidad. Hagámoslo así en nuestro discurso: ¿no existe una técnica de la pintura en general?

ION. – Sí.

SÓC. -Sin duda que hay y ha habido muchos pintores buenos y medianos.

ION. – Sí, por cierto.

SÓC. -¿Has visto tú alguna vez a alguien, a propósito de Polignoto1 el hijo de Aglaofón, que sea capaz de mostrar lo bueno y lo malo que pintó, y que, por el contrario, sea incapaz cuando se trata de otros pintores, y que si alguien le enseña las obras de estos otros, está como adormilado y perplejo y no tiene nada que decir, pero si tiene que manifestar su opinión sobre Polignoto o sobre cualquier otro que a ti te parezca, entonces se despierta, pone en ello sus cinco sentidos y no cesa de decir cosas?

ION. – No, por Júpiter, sin duda que no.

SÓC. -¿Cómo es eso? Has visto tú en la escultura a quien, a propósito de Dédalo el de Metión, o Epeo el de Panopeo, o Teodoro de Samos2, o de algún otro escultor concreto, sea capaz de explicar lo que hizo bien, y en las obras de otros escultores esté perplejo y adormilado y no tenga nada que decir?

SÓC. – Por Zeus, que yo no he visto a nadie así.

Sóc. – Además, según yo creo, ni en el sonar de flauta o de cítara, ni en el canto con cítara, ni en el de los rapsodos has visto nunca. a un hombre que, a propósito de Olimpo, o de Tamiras, o de Orfeo, o de Femio el rapsodo de Ítaca3, sea capaz de hacer un comentario y que acerca de Ion de Éfeso se encuentre en un apuro y no sepa explicar lo que recita bien y lo que no.

ION. – No tengo nada que oponerte, Sócrates. Pero yo tengo el convencimiento íntimo de que, sobre Homero, hablo mejor y con más facilidad que nadie, y todos los demás afirman que yo hablo bien, cosa que no me ocurre si se trata de otros poetas. Mira, pues, qué es esto.


  1. Polignoto de Tasos, cuya actividad como pintor se desarrolló entre los años 480 al 440, en Atenas. Pintó, sobre todo, escenas mitológicas. 

  2. Dédalo, el mítico escultor, patrón de los artesanos atenienses, que transformó el arte escultórico al dar movimiento a sus figuras. Hay diversas leyendas -el laberinto, las alas de su hijo Icaro, etc en torno a su nombre. Platón lo cita varias veces (Eutifrón 11b-c; Alcibíades I 121a; Hipias Mayor 282a; Menón 97d; Leyes 677d). Aristóteles se refiere también al movimiento de sus figuras (De Anima 406b 18; Política 1453b 35). El tema de Dédalo, ha sido brillantemente estudiado por F. FRONTISI-DUCROUX, Dédale. Mythologie de l’astisan en Grèce antique, París, 1975. – Epeo, el constructor del caballo de Troya, con la ayuda de Atenea (HOMERO, Odisea VIII 493). – Teodoro, escultor que utilizó para sus estatuas moldes de bronce fundido. Vivió a mediados del siglo VI y pertenece a aquella generación de jonios inventores y filósofos. (HERÓDOTO I 51; III 41). 

  3. A Olimpo se le atribuye la invención de la música (PLATÓN Banquete 215e). – Tamiras, cantor tracio que Homero cita (Iliada II 595) y que, junto con Orfeo y Lino, está entre las personalidades legendarias de la música. – Femio, rapsodo forzado a cantar ante los pretendientes de Penélope (Odisea I 154; XXII 330).