Laq 197e-199e: Sócrates leva a uma conclusão negativa

SÓC. – Me lo parece. Tú, Nicias, vuelve a contestarnos desde un principio. ¿Recuerdas que, al comenzar el diálogo, tratábamos del valor, examinándolo como una parte de la virtud?

NIC. -Desde luego.

SÓC. – ¿Entonces tú respondiste que es una parte, como otras muchas existentes, de un todo al que se denomina virtud?

NIC. – ¿Cómo no?

SÓC. -¿Entonces dices lo mismo que yo? Yo aplico ese nombre, además de al valor, a la cordura, a la justicia y a otras cosas por el estilo. ¿Tú no?

NIC. -Desde luego que sí.

SÓC. –Bien está. Eso lo reconocemos; en cuanto a lo temible y a lo seguro examinémoslo, para que intercambiemos nuestras opiniones. Lo que nosotros pensamos, te lo diremos. Tú, si no estás de acuerdo, lo dirás. Nosotros pensamos que son temibles, precisamente, las cosas que causan temor, y seguras, las que no causan temor. Y causan temor no los males pasados ni los presentes, sino también los esperados. Pues el temor consiste en la espera de un mal futuro. ¿O no piensas tú también así, Laques?

LAQ. -Totalmente de acuerdo, Sócrates.

SÓC. -¿Oyes nuestra proposición, Laques, que decimos que son temibles los males futuros, y seguras las cosas que no van a ser males, o que van a ser bienes? ¿Y tú opinas así, o de otro modo, sobre eso?

NIC. – Yo, de ese modo.

SÓC. -¿Y al conocimiento de estas cosas lo denominas valor?

NIC. – Exactamente.

SÓC. – Veamos ya el tercer punto si también te parece lo mismo que a nosotros.

NIC. – ¿Cuál es?

SÓC. -Yo te lo explicaré. Nos parece a éste y a mí que, acerca de aquellas cosas de las que existe un conocimiento científico, no es uno el conocimiento con relación al pasado, para saber de qué modo fueron, y otro diferente en cuanto a su presente, para saber de qué modo se presentan, y otro, aún sobre el modo cómo pueden suceder de la mejor manera y cómo sucederá lo que todavía no ha sucedido, sino que este saber es el mismo. Por ejemplo, respecto a la salud, esta ciencia no es otra que la medicina, que, siendo única para todos los tiempos, advierte de qué modo suceden tanto las cosas presentes como las pasadas y las futuras. Y, a su vez, respecto a lo que nace de la tierra, la agricultura, se porta de igual modo. Y, en efecto, en cuanto a los asuntos de la guerra, vosotros podéis atestiguar que la estrategia prevé de modo óptimo todos los detalles en relación con lo que va a suceder, y no tiene para sí que deba recurrir a la mántica, sino que da órdenes, como que sabe mejor, en las cosas de la guerra, tanto el presente como el futuro1. Y así lo ordena la ley, que no mande el adivino al general, sino el general al adivino. ¿Afirmaremos esto, Laques?

LAQ. – Lo afirmaremos.

SÓC. – ¿Y qué? ¿Tú, Nicias, estás de acuerdo en proclamar que la ciencia es idéntica sobre las mismas cosas, tanto si son futuras como presentes y pasadas?

NIC. – Sí. También yo opino así, Sócrates.

SÓC. -¿Luego, amigo, también el valor es el conocimiento firme de las cosas temibles y de las seguras, como tú dices? ¿O no?

NIC. – Sí.

SÓC. -¿Queda reconocido que las cosas temibles son los males por venir, y las reconfortantes, las buenas por venir?

NIC. -Muy reconocido.

SÓC. – La ciencia de las mismas cosas es idéntica, tanto si éstas son futuras como si son de otro modo.

NIC. – Así es.

SÓC. – Entonces el valor sería conocimiento no sólo de las cosas temibles o de las reconfortantes. Pues no sólo se refiere a los bienes y males por venir, sino también a los presentes y pasados y de cualquier condición, como ocurre con los demás saberes.

NIC. -Parece que sí.

SÓC. – Por tanto, Nicias, nos has respondido sobre un tercio aproximadamente de lo que es el valor. Aunque nosotros te preguntábamos qué era el valor en su conjunto. Y ahora, según parece, de acuerdo con tu respuesta, el valor es no sólo el conocimiento de lo temible y lo reconfortante, sino, en general, el conocimiento de lo bueno y lo malo de cualquier condición, y esto, según tu definición de ahora, sería valor. ¿Así que admites esa modificación ahora, o qué dices, Nicias?

NIC. – Estoy de acuerdo, Sócrates.

SÓC. – ¿Te parece, buen amigo, que le faltaría algo de la virtud a la persona que conociera los bienes en su totalidad y completamente y cómo suceden, sucederán y han sucedido, y lo mismo, los males? ¿Y crees tú que estaría falto de cordura o de justicia o de piedad ese individuo al que precisamente le incumbe precaverse ante los dioses y ante los hombres de las cosas temibles y las no temibles, y procurarse las buenas, si sabe tratarlos correctamente?

NIC. – Me parece importante, Sócrates, lo que dices.

SÓC. -Por tanto, Nicias, lo que tú ahora dices, no sería una parte de la virtud, sino toda la virtud.

NIC. – Parece que sí.

SÓC. – Pero decíamos que el valor era una parte de la virtud.

NIC. -Lo decíamos en efecto.

SÓC. – Sin embargo, lo que ahora afirmábamos no lo parece.

NIC. – No lo parece.

SÓC. – Por tanto, no hemos encontrado, Nicias, en qué consiste la virtud.

NIC. -Parece que no.


  1. Hay en este pasaje una alusión dura a la supersticiosa actitud de Nicias en Sicilia, que condujo a una trágica catástrofe a las tropas atenienses. Cf. Tuc., VII 50; PLUT. Nicias 23.