MNX 243e-244b: Guerra civil

»Después de estos acontecimientos, una vez que se restableció la calma y se hizo la paz con los otros, la guerra civil se desarrolló entre nosotros de tal forma que, si el destino determinara a los hombres a tener disensiones, nadie desearía que su propia ciudad sufriera de otro modo este mal. ¡Con qué buena disposición y familiaridad se entremezclaron los ciudadanos entre sí, tanto del Pireo como de la ciudad y, contra toda esperanza, con los demás griegos! ¡Con qué comedimiento pusieron fin a la guerra con los de Eleusis!1. Y la causa de todo esto no fue otra que el parentesco real, que procura una amistad sólida, fundada sobre la comunidad de linaje, no de palabra sino de hecho. Es preciso también recordar a aquellos que en esta guerra perecieron, víctimas unos de otros, y reconciliarlos en la medida en que nos sea posible, con plegarias y sacrificios, en ceremonias como éstas, invocando a los que son sus dueños2, puesto que también nosotros estamos reconciliados. Pues no llegaron a las manos, unos contra otros, por maldad ni por odio, sino por un azar adverso. Nosotros mismos, los que vivimos, somos testigos de ello: siendo de su mismo linaje, nos perdonamos mutuamente lo que hemos hecho y lo que hemos sufrido.


  1. Cf. JENOFONTE, Helénicas II 4, 24-43, donde los hechos se narran de muy distinta manera, tanto en lo tocante al comportamiento de los Treinta, como con respecto a la actitud de los atenienses con los enviados de Eleusis, a quienes dieron muerte. 

  2. Alusión a los dioses infernales. Cf. n. 31.