El mundo sensible (kosmos aisthetos).—El mundo sensible resulta de la unión de la parte inferior del Alma universal (segunda alma) con la materia. De las múltiples diferencias que la materia añade al Alma universal resulta la diversidad de los seres corpóreos. No obstante, el mundo es un viviente único, pues todos los seres están informados por una misma Alma. «El Alma universal es la que ha producido, insuflándoles su espíritu de vida, todos los animales que hay sobre la tierra, en el aire y en la mar, así como los astros divinos y el cielo inmenso. Ella es la que ha dado al cielo su forma y la que preside sus revoluciones periódicas. Y todo esto sin mezclarse a los seres a quienes ella comunica la forma, el movimiento y la vida. Ella les es, en efecto, muy superior por su augusta naturaleza, mientras que éstos nacen y mueren según que ella les da o les retira la vida». «Así el Alma, descendiendo en el mundo, ha sacado este gran cuerpo de la inercia en que yacía y le ha dado el movimiento, la vida y la inmortalidad. El cielo, movido eternamente por una potencia inteligente, ha llegado a ser un ser lleno de vida y de felicidad. La presencia del Alma hace un todo admirable de aquello que antes no era más que un cadáver inerte, agua y tierra, o más bien tinieblas de la materia y del no-ser, objeto de horror para los dioses, como ha dicho un poeta».
Por la unión del Alma universal con la materia, el mundo sensible se convierte en un reflejo del mundo inteligible y resulta una armonía universal entre todos los seres pertenecientes a él. [Guillermo Fraile, História da Filosofía]