Quietude

Quietismo.—Para llegar al estado de éxtasis no conviene hacer esfuerzos, sino esperar a que el mismo Uno se manifieste. «No conviene perseguirlo, sino esperar tranquilamente a que se nos aparezca, preparándonos a la contemplación como el ojo espera la aparición del sol, que, como dicen los poetas, surgiendo en el horizonte por encima del océano, se muestra a nuestros ojos para que lo veamos… El aparece casi sin haber venido, más bien presente antes que toda otra cosa, antes aún de que venga la inteligencia… Y es maravilloso que sin haber venido se halle ya presente» ln. Después de la elevación sobre el mundo inteligible, «abandonada toda disciplina y conducido hasta aquí apoyado sobre la belleza, piensa hasta alcanzar a aquel en el cual está, y elevado hasta él casi por la ola de la inteligencia, y alzado hasta lo alto casi por el henchirse de él, súbitamente ve, sin saber de qué manera»1. [Guillermo Fraile, História da Filosofia]


  1. VI 7,36. Muchas de estas expresiones plotinianas, que pasan a Occidente a través del Seudo Dionisio (discípulo de Proclo, al parecer), suenan de manera muy semejante a las empleadas por los místicos cristianos. Será útil recordar la confusión que hemos indicado en Plotino, entre ser lógico y ontológico. Su contemplación del Uno tiene mucho de parecido con los procedimientos utilizados por el budismo para llegar a la aniquilación de la conciencia, e incluso de la propia personalidad. Ese contacto intelectual con el Uno es un simple estado de inconsciencia, contemplando una idea abstracta, lo cual es todo lo contrario de la contemplación cristiana.