2.° Supresión de la forma discursiva (dianoia).—El segundo esfuerzo tiene por objeto el desprendimiento de otra «diferencia», que es la razón discursiva, la cual está todavía sujeta a la multiplicidad, a la división y a la sucesión. Es necesario esforzarse por suprimir todo discurso y todo raciocinio, hasta llegar a contemplar la verdad, con un solo acto único e inmutable de intuición. Hay que prescindir de las demostraciones (apodeixis), de las persuasiones (pistis) e incluso del mismo lenguaje “. Podemos servirnos de raciocinios hasta llegar al Noûs, que es la fuente de toda inteligibilidad, pero después hay que trascenderlos también.
Es de notar que Plotino no establece una diferencia esencial entre sensación y razón discursiva (que viene a reducir a la imaginación). Entre ambas cosas hay una continuidad rigurosa. «Lo que nosotros llamamos sensación, porque se refiere a los cuerpos, es más oscura que la sensación que tiene lugar en lo inteligible y no es más clara sino en apariencia. Nosotros llamamos sensitivo al hombre de aquí abajo, porque él percibe menos bien y percibe imágenes inferiores a sus modelos; asi las sensaciones son pensamientos oscuros (amydrai noeseis) y los pensamientos son sensaciones claras (enargeis aistheseis).
Pero la misma sensación es ya inteligible en potencia. Es un acto del alma, aunque producido con ocasión de las impresiones de los cuerpos. La razón discursiva, en cuanto tal, no trasciende el campo de la sensación. Solamente le compete «recibir las impresiones sensibles e inteligibles, discernir las imágenes procedentes de la sensación, hacer la síntesis o la división y establecer el puente entre estas imágenes y las ideas inteligibles».
Por esto es necesario trascender la razón discursiva, renunciando a la ciencia y a los objetos de ciencia. (Guillermo Fraile – História da Filosofia)