Teeteto 190

Sócrates. Cuando se juzga que una cosa es otra, a mi parecer, se dice uno a sí mismo que tal cosa es tal otra.

Teetetes. Sin duda.

Sócrates. Recuerda si alguna vez te han dicho a ti mismo que lo bello es feo, o lo injusto, justo, y para decirlo en una palabra, mira si has intentado nunca persuadirte de que una cosa es otra, por el contrario, jamás le ha venido a las mientes, ni en sueños, que lo impar es ciertamente lo par, o cosa semejante.

Teetetes. Nunca.

Sócrates. ¿Piensas que cualquiera otro, que tenga sentido común o aunque esté demente, haya intentado decirse y probarse, seriamente a sí mismo, que un caballo es de toda necesidad un buey, o que dos son uno?

Teetetes. No, seguramente.

Sócrates. Sí pues, juzgar es hablarse a sí mismo, nadie, hablando y juzgando sobre dos objetos y abrazando ambos por el pensamiento, dirá ni juzgará que el uno es el otro. Es preciso abandonar esta teoría a tu propio juicio, porque no temo decir que nadie juzgará que lo feo es bello, ni otra cosa semejante.

Teetetes. También la abandono yo, Sócrates, y me adhiero a tu opinión.

Sócrates. Es imposible que, juzgando sobre dos objetos, se juzgue que el uno sea el otro.

Teetetes. Así me parece.

Sócrates. Pero, si el juicio sólo recae sobre uno de las dos y no sobre el otro, nunca se juzgará que el uno sea el otro.

Teetetes. Dices verdad. porque sería preciso en este caso que se abrazara por el pensamiento el objeto mismo, que no se juzgaría.

Sócrates. Por consiguiente, no puede suceder que se juzgue que una cosa es otra, ni cuando se juzga sobre ambas, ni cuando se juzga sobre una de las dos. Así es, que definir el juicio falso, diciendo que es el juicio de una cosa por otra, es no decir nada, y no parece que por este camino, ni por las precedentes, podamos formar juicios falsos.

Teetetes. No, ciertamente.

Sócrates. Sin embargo, Teetetes, si no reconociésemos que existen juicios falsos, nos veríamos precisados a admitir una multitud de absurdos.

Teetetes. ¿Qué absurdos?

Sócrates. Te los diré, cuando hayamos considerado la cosa bajo todas sus fases, porque sería vergonzoso para ti y para mí, si en el conflicto en que estamos nos viésemos reducidos a admitir lo que yo quiero decir. Pero, si llegamos a descubrir lo que buscamos y a estar fuera de todo peligro, entonces, no pudiendo temer ya que nos pongamos en ridículo, hablaré de esos absurdos como de un inconveniente con que tropiezan otras personas. Por el contrario, si no aclaramos nuestras dudas, creo que nos colocaremos en una triste posición y a merced del razonamiento, para vernos batidos y tener que pasar por todo lo que éste quiera; nos encontraremos en una situación análoga a la de las mareados. Escucha, pues, el recurso, que encuentro aun para salir de esta cuestión.

Teetetes. Habla, pues.