Teeteto 198

Sócrates. Ahora, si se quiere ir a caza de alguna de estas ciencias, cogerla, tenerla y soltarla en seguida; mira de qué nombres es preciso valerse para expresar todo esto; si de los mismos de que uno se servía antes, cuando era poseedor de estas ciencias, o si de otros nombres. El ejemplo siguiente te hará comprender mejor lo que quiero decir. ¿No hay un arte que llamás aritmética?

Teetetes. Si.

Sócrates. Figúrate que se trata de cazar las ciencias de todos los números, sean pares o impares.

Teetetes. Ya me lo figuro.

Sócrates. Mediante este arte tiene uno en su poder las ciencias de los números, y las pasa, si quiere, a manos de otro.

Teetetes. Sí.

Sócrates. Poner estas ciencias en otras manos es lo que llamamos enseñar; recibirlas, es aprender. Tenerlas, en tanto que se está en posesión de ellas en el palomar de que se ha hablado, se llama saber.

Teetetes. Sin duda.

Sócrates. Estáme atento a lo que sigue. El perfecto aritmético ¿no sabe todos los números, puesto que tiene en su alma la ciencia de todos?

Teetetes. Seguramente.

Sócrates. ¿Este hombre no calcula, algunas veces, en sí mismo, los números que tiene en su cabeza o ciertos objetos exteriores capaces de ser contados?

Teetetes. Sin duda.

Sócrates. Calcular, según nosotros, ¿es otra cosa que examinar cuál es la cantidad de un número?

Teetetes. Es lo mismo.

Sócrates. Resulta, pues, que examina lo que se sabe, como si no lo supiese, y esto lo hace el mismo que, según hemos dicho, sabe todos los números. ¿Te haces cargo de cómo se proponen, algunas veces, dificultades de esta naturaleza?

Teetetes. Sí.

Sócrates. Así pues, comparando esto a la posesión y a la caza de las palomas, diremos que esta caza es de dos clases. la una antes de poseer, con la mira de poseer; y la otra, cuando es uno ya poseedor, para coger y tener en sus manos lo que hacía mucho tiempo que poseía. Lo mismo pueden aprenderse de nuevo las cosas pertenecientes a ciencias que ya se tenían en sí mismo tiempo antes, y que se sabían por haberlas aprendido trayéndolas a la memoria y apoderándose de la ciencia de cada objeto, ciencia de que se estaba ya en posesión, pero que no se tenía presente en el pensamiento.

Teetetes. Es cierto.

Sócrates. Te preguntaba antes de qué expresiones es preciso servirse en estos casos, en que un aritmético se dispone a calcular y un gramático a leer. ¿Se dirá que, sabiendo de lo que se trata, van a aprender, de nuevo, de sí mismos, lo que saben?

Teetetes. Eso sería un absurdo, Sócrates.

Sócrates. ¿Diremos que van a leer o contar lo que no saben, después de haber concedido al uno la ciencia de todas las letras y al otro, la de todos los números?

Teetetes. No es menos absurdo eso.