La propia palabra «templo» está ligada a la observación del movimiento de los astros. «El templum significaba primitivamente el sector del cielo que el augur romano delimitaba con ayuda de su bastón y en el cual observaba, ya fueran los fenómenos naturales, o bien el vuelo de los pájaros; llegó a designar el lugar, o el edificio sagrado, en donde se practicaba esta observación del cielo» (CHAS, 455). De la misma manera el griego temenos, que viene del mismo radical indoeuropeo tem (cortar, delimitar, repartir) significaba «el lugar reservado a los dioses, el recinto sagrado que rodea a un santuario y que es un lugar intocable».