Teologia e Teólogos

La palabra “teología” es mucho más vieja que el concepto de teología natural y la tricotomía varroniana. Pero la teología es también una creación específica del espíritu griego. Este hecho no se ha entendido siempre exactamente y merece especial atención, pues afecta no sólo a la palabra, sino más aún a la cosa que la palabra expresa. La teología es una actitud del espíritu que es característicamente griega y que tiene alguna relación con la gran importancia que atribuyen los pensadores griegos al logos, pues la palabra theologia quiere decir la aproximación a Dios o a los dioses (theoi) por medio del logos. Para los griegos se volvió Dios un problema. De nuevo será mejor rastrear el desarrollo así de la idea como de la palabra en la historia de la lengua, que no empezar por una discusión sistemática de las relaciones entre teología y filosofía, pues semejantes definiciones generales nunca son válidas para más que un período limitado.

Las palabras theologos, theologia, theologein, theologikos fueron creadas en el lenguaje filosófico de Platón y Aristóteles. Platón fué el primero que usó la palabra “teología” (theologia) y fué evidentemente el creador de la idea. Introdujo ésta en su República, allí donde quería sentar ciertas pautas y criterios filosóficos para la poesía. En su estado ideal deben los poetas evitar los errores de Homero, de Hesíodo y de la tradición poética en general, para levantarse en su manera de presentar los dioses hasta el nivel de la verdad filosófica. Las deidades míticas de la antigua poesía griega estaban maculadas por todas las formas de la flaqueza humana, pero semejante idea de los dioses era incompatible con la concepción racional de lo divino que tenían Platón y Sócrates. Así, pues, al proponer Platón en la República ciertos typoi peri theologias, ciertos “esbozo de teología”, brotó la creación de la nueva palabra del conflicto entre la tradición mítica y la aproximación natural (racional) al problema de Dios. Tanto en la República cuanto en las Leyes se presenta la filosofía de Platón, en su más alto nivel, como teología en este sentido. Desde entonces todo sistema de filosofía griega (con la sola excepción de la escéptica) culminó en una teología, y podemos distinguir sendas teologías platónica, aristotélica, epicúrea, estoica, neopitagórica y neoplatónica.

Las palabras derivadas de theologia son especialmente frecuentes en las obras de Aristóteles y su escuela. En los escritos de Aristóteles se usan para indicar un complejo especial de problemas y una determinada actitud intelectual. Pero el uso que de ellas hace Aristóteles entraña notoriamente una íntima contradicción. De un lado, entiende Aristóteles por “teología” la rama fundamental de la ciencia filosófica que también llama “filosofía primera” o “ciencia de los primeros principios”, la rama que más tarde recibe el nombre de “metafísica” entre sus seguidores. En este sentido es la teología la última y más alta meta de todo estudio filosófico del Ser. Pero en determinados pasajes, de contenido histórico, usa Aristóteles el término para designar a ciertos no-filósofos como Hesíodo y Ferécides a los que coloca en una oposición un tanto extrema con los más antiguos entre los auténticos filósofos o físicos. En este sentido cabría decir del período más antiguo que la filosofía empieza allí donde termina la teología. Podemos encontrar una buena prueba de esta concepción en el libro primero del diálogo perdido de Aristóteles Sobre la Filosofía, que gozó de una gran fama en la antigüedad. Cuando, por ejemplo, discute Aristóteles los antecedentes históricos de su propia filosofía científica, llegando hasta el punto de tomar en cuenta los sistemas religiosos de Oriente, sospecho que el vasto alcance de su revista puede explicarse de la manera más sencilla si recordamos que los hombres que representaban esta especie de sabiduría (sophia) le impresionaban como pertenecientes a la categoría del theologos en el segundo sentido a que he hecho referencia. Eudemo de Rodas, discípulo de Aristóteles y el primer hombre que escribió una historia de la teología, emplea el mismo sistema de clasificación. Consecuentemente, también él presta especial atención a los sistemas religiosos orientales cuando trata de las aportaciones de los escritores en verso y prosa de Grecia a la teogonia, al origen de los dioses. Pero Eudemo jamás habría incluído a su maestro Aristóteles, el que fué el creador de la metafísica o teología en sentido filosófico, entre los teólogos.

Me gustaría despejar esta aparente contradicción refiriéndome a un pasaje del libro XII de la Metafísica, donde después de desarrollar su propia teoría del motor inmóvil del universo y de los motores de las esferas, retrocede Aristóteles hasta la antigua concepción religiosa de los dioses que están en el cielo. Aristóteles ve aquí un atisbo de la verdad, pero siente que la religión ha amplificado mitológicamente este certero atisbo con la invención de los dioses antropomórficos. Los teólogos representan, pues, el pensamiento humano en su primitiva etapa mitológica. En años posteriores vuelve la filosofía — en un plano racional — al problema que ya habían atacado los teólogos a su propia manera. En este punto y hora nace una concepción suficientemente vasta para tomar en cuenta ambas etapas: la concepción de la teología que encontramos en Platón y Aristóteles.