SÓCRATES. — Uno, dos, tres…. pero, por cierto, querido Timeo, ¿dónde está el cuarto de los que ayer fueron huéspedes míos y ahora son dueños de la casa?
TIMEO. — Le sobrevino un cierto malestar, Sócrates, pues no habría faltado voluntariamente a esta reunión.
SÓCRATES. — ¿Os encargaréis tú y tus compañeros, entonces, de la parte que le correspondía al ausente?
TIMEO. — Por supuesto, y, en lo posible, no omitiremos nada, pues no sería justo que, después de gozar ayer de los apropiados dones de tu hospitalidad, los que quedamos no estuviéramos dispuestos a agasajarte a nuestra vez.