SÓCRATES. — Quizás queráis escuchar ahora lo que me sucede con la continuación de la historia de la república que hemos descrito. Creo que lo que me pasa es algo así como si alguien, después de observar bellos animales, ya sea pintados en un cuadro o realmente vivos pero en descanso, fuera asaltado por el deseo de verlos moverse y hacer, en un certamen, algo de lo que parece corresponder a sus cuerpos. Lo mismo me sucede respecto de la ciudad que hemos delineado. Pues con placer escucharía de alguien el relato de las batallas en las que suele participar una ciudad, que las combate contra otras ciudades, llega bien dispuesta a la guerra y, durante la lucha, hace lo que corresponde a su educación y formación no sólo en la acción, sino también en los tratados con cada uno de los estados. Critias y Hermócrates, me acuso de no llegar a ser capaz nunca de alabar de forma satisfactoria a esos hombres y a esa ciudad. Lo que me sucede no es nada extraño, pues tengo la misma opinión de los poetas antiguos y de los actuales y, aunque no desdeño en absoluto su linaje, es evidente que el pueblo de los imitadores imitará muy fácilmente y de manera óptima aquello en lo que ha sido educado. Sin embargo, a cualquiera le resulta muy difícil imitar bien en obras lo que está fuera de su propia educación y le es aún más dificultoso imitarlo con palabras. Creo que la estirpe de los sofistas es muy entendida en muchos otros tipos de discursos, y bellos además, pero temo que, puesto que vaga de ciudad en ciudad y en ningún lugar habita en casa propia, de alguna manera no acierte a describir hombres que son a la vez filósofos y políticos y lo que harían o dirían al guerrear o batallar o al relacionarse entre ellos de obra o de palabra. Resta, ciertamente, el tipo de gente de vuestra disposición que por naturaleza y educación participa de ambas categorías. Pues éste, Timeo, natural de Lócride, la ciudad con el mejor orden político de Italia, no inferior a ninguno de los de allí ni en riqueza ni en sangre, ha ocupado los cargos públicos más importantes y recibió los más altos honores de aquella ciudad y, además, ha llegado, en mi opinión, a la cumbre de la filosofía. Todos los habitantes de esta ciudad, supongo, sabemos que Critias no es lego en nada de lo que hablamos. Finalmente, puesto que hay muchos que lo testifican, debemos creer que la naturaleza y la educación de Hermócrates son suficientes para todos estos temas. Cuando ayer solicitasteis una exposición sobre la república, convine de buen grado porque sabía que, si os lo proponéis, nadie podría ofrecer una continuación mejor del discurso que vosotros, ya que sois los únicos que en la actualidad pueden implicar a esa ciudad en una guerra adecuada a su condición y, después, asignarle todas las excelencias que le correspondan. Una vez que expuse lo que me habíais encargado, os encomendé a mi vez lo que ahora digo. Habéis acordado que una vez que hubierais reflexionado, ibais a saldar la deuda de hospitalidad hacia mí con el presente discurso. Estoy aquí preparado, entonces, para ellos y soy el más dispuesto de todos a recibirlos.
TIM 19b-20c: O Estado ideal em ação
- Jowett: TIM 48e-51b -— Um terceiro gênero de ser: o Receptáculo
- Jowett: TIM 51b-51e -— Realidade das Ideias
- Jowett: TIM 51e-52c -— Recapitulação: o Ser, o Devir e o Lugar
- Jowett: TIM 52d-61c — A constituição de corpos primeiros. O caos inicial.
- Jowett: TIM 53c-55d — As determinações geométricas elementares
- Jowett: TIM 55d-58c — Os quatro corpos fundamentais
- Jowett: TIM 58c-61c — Variedades e alterações físicas dos corpos primeiros
- Jowett: TIM 61c-69a — As qualidades sensíveis (psico-fisiologia das sensações).
- Jowett: TIM 61d-65b — A sensibilidade geral.
- Jowett: TIM 65b-69a — Os sentidos especializados