Una vez que hubo dispuesto lo que antecede, retornó a su actitud habitual. Mientras permanecía en ella, sus hijos, después de meditar sobre la orden del padre, la llevaron a cabo. Tomaron el principio inmortal del viviente mortal e imitaron al que los había creado. Tomaron prestadas del universo porciones de fuego y tierra, agua y aire — porciones que posteriormente le deberían ser devueltas- y las unieron y pegaron, no con los vínculos indisolubles que ellos mismos poseían, sino que las ensamblaron con numerosos nexos invisibles por su pequeñez. Hicieron de todo un cuerpo individual y ataron las revoluciones del alma inmortal a un cuerpo sometido a flujos y reflujos. Éstas, atadas a la gran corriente, ni dominaban ni eran dominadas, eran movidas con violencia y con violencia movían, de modo que todo el animal se movía y, de manera desordenada e irracional, avanzaba sin dirección porque poseía los seis movimientos. En efecto, iba hacia adelante y hacia atrás, hacia la derecha y la izquierda y hacia arriba y hacia abajo y erraba en todas direcciones según los seis lugares. Aunque la ola alimenticia que fluía y refluía era grande, los procesos desatados por lo que se introducía ocasionaban una conmoción todavía mayor, cuando el cuerpo de alguien chocaba con un fuego ajeno exterior, con la solidez corpórea de la tierra o con el deslizamiento húmedo de las aguas o era atrapado por un huracán de vientos movidos por el aire, y, los movimientos que éstos suscitaban, tras transmitirse a todo el cuerpo, afectaban el alma. Por eso, más tarde se denominó a estos procesos percepciones y aún hoy se los llama así. En ese momento en particular, producían un movimiento extremadamente intenso y muy violento, porque, conjuntamente con la corriente que afluía de modo continuo, movían y agitaban las revoluciones del alma con violencia. Al fluir en sentido contrario a la revolución de lo mismo, la encadenaron completamente y le impidieron gobernar y marchar. Asimismo, convulsionaron totalmente la revolución de lo otro, de modo que los intervalos dobles y triples, tres de cada clase, y los medios y uniones de tres medios, cuatro tercios y nueve octavos — como no eran completamente disolubles, excepto por el que los había unido — se retorcieron completamente y sus círculos se rompieron y destruyeron cuando era posible, de forma que, aunque, mantenidos unidos con dificultad, se movían, lo hacían de manera desordenada, unas veces enfrentados, otras oblicuos, otras de espaldas; como cuando uno, acostado boca arriba, con la cabeza sobre la tierra, levanta los pies y los apoya sobre algo; entonces, al que lleva a cabo esta acción y a los que lo ven se les aparecerá respectivamente a cada uno lo derecho del otro izquierdo y lo izquierdo, derecho. Si las revoluciones sufren con violencia estos y otros procesos semejantes, cuando se encuentran con un objeto exterior del género de lo mismo o de lo otro, anuncian de manera contraria a lo verdadero lo que es igual y lo diferente de él y se vuelven mentirosas y carentes de inteligencia. En ese momento, ninguna de las dos revoluciones es jefe ni guía. Cuando algunas sensaciones provenientes del exterior asaltan las revoluciones del alma y las arrastran junto con toda la cavidad del alma, entonces, aunque dominadas, parecen dominar. Por todos estos fenómenos, tanto ahora como al comienzo, cuando el alma es atada al cuerpo mortal, en un primer momento se vuelve irracional. Pero cuando la afluencia de crecimiento y alimentación es menor y, al pasar el tiempo, las revoluciones, tranquilizadas, retoman y restablecen su camino, las órbitas, que se han corregido y reinsertado en el curso que recorre cada uno de los círculos y anuncian correctamente lo igual y lo diferente, hacen que se vuelva prudente el que ha llegado a poseerlas. En caso de que se reciba, además, una correcta formación educativa, se llegará a ser completamente sano, puesto que se habrá evitado la enfermedad más grave. Pero cuando uno se descuida y lleva una forma de vida coja, como un no iniciado e insensato, retorna al Hades. Mas este discurso tendrá lugar más tarde en alguna ocasión; acerca de lo planteado ahora debemos discurrir con mayor exactitud y también lo anterior a este asunto: sobre los cuerpos, la generación de sus partes, y respecto del alma, por qué causas y con qué intenciones los dioses la engendraron, todo lo cual, si nos atenemos a lo más probable de manera consecuente, debemos tratarlo como sigue.