Plotino – Tratado 2,11 (IV, 7, 11) — A alma é imortal, indestrutível, indivisível e imutável (1)

Igal

11 Tratándose de semejante ser, ¿quién que sea cuerdo cuestionaría su inmortalidad? Porque en él y nacida de él está presente una vida que no puede perecer. ¿Cómo podría perecer si no es una vida adquirida y tampoco está en el alma del mismo modo que el calor está presente en el fuego?. Quiero decir, no que el calor sea adventicio al fuego, sino que, aunque no lo es al fuego, sí lo es a la materia que subyace al fuego, pues por esa vía se disuelve el fuego. El alma, en cambio, no posee la vida de tal forma que exista una materia como sustrato y que el advenimiento de vida sobre la materia muestre como resultado el alma. Porque o la vida es una sustancia y esta tal sustancia está viva por sí misma —que es justo lo que buscamos: el alma—, y reconocen que ésta es una cosa inmortal, o la descompondrán como compuesta y la volverán a descomponer hasta que lleguen a algo inmortal que se mueva por sí mismo, y a esto no le es lícito recibir un destino de muerte, o, si suponen que la vida es una modalidad advenida a la materia, se verán forzados a reconocer que el principio mismo de donde le ha venido a la materia esa modalidad es inmortal por no ser susceptible de la propiedad contraria a la que confiere. En todo caso, existe una naturaleza unitaria que vive en acto.

Bouillet

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