Plotino – Tratado 43,2 (VI, 2, 2) — O ser, é o uno-múltiplo da segunda hipótese da segunda parte do Parmênides

Igal

2 Puesto, que negamos que el Ente sea uno, ¿lo concebimos como un número determinado o como ilimitado? ¿Cómo concebimos, en efecto, este no-uno?

Pues lo concebimos como uno y múltiple a la vez, un uno multiforme con una multiplicidad reducida a unidad. Fuerza es, por consiguiente, o que un uno así sea uno a modo de género con los Seres como especies, gracias a los cuales sea uno y múltiple, o que haya más de un género, pero que todos estén subordinados a uno solo, o varios géneros, pero que ninguno esté subordinado a otro, sino que cada uno abarque a sus subordinados, ya sean éstos géneros inferiores, ya sean especies y, bajo éstas, otras especies indivisibles, y que todos ellos contribuyan a la formación de una sola naturaleza, y que el mundo inteligible, que es al que llamamos «Ente», esté constituido por todos ellos. Y si esto es así, es preciso que estos géneros sean no sólo géneros, sino a la vez principios del Ser: géneros, porque por debajo de ellos hay otros géneros inferiores seguidos de especies y de especies indivisibles; principios, porque un Ente así consta de una multiplicidad y el todo es resultado de esta multiplicidad. En cambio, si los componentes de que consta fueran varios y todos juntos a una constituyeran el todo, pero sin tener subordinados, serían principios, pero no géneros. Suponiendo, por ejemplo, que el mundo sensible constara de los cuatro elementos, del fuego y de los otros tres, éstos serían principios, pero no géneros, salvo que entendamos «género» en sentido equívoco.

Entonces, al afirmar que hay algunos géneros y que estos mismos géneros son a la vez principios, ¿es que constituimos el todo juntando y mezclando todos los géneros entre sí con sus subordinados y los fusionamos todos? En ese caso, cada uno de los géneros existiría en potencia, y no en acto; cada uno dejaría de ser él mismo en toda su pureza. ¿Prescindiremos, entonces, de los géneros y mezclaremos las especies particulares?

—Entonces, ¿qué serían los géneros en sí mismos?

—Aquellos géneros existirán en sí mismos y en toda su pureza; las especies mezcladas no los destruirán.

—¿Cómo puede ser esto?

—Dejemos esto para más adelante. De momento, puesto que hemos convenido en que hay géneros y en que son, además, principios de la sustancia y en que, en un sentido distinto, son principios y son composición, debemos explicar, en primer lugar, cuántos géneros decimos que hay y por qué los separamos unos de otros y no los subordinamos a uno solo, cual si se juntaran y constituyeran uno solo por casualidad, aunque sería mucho más razonable subordinarlos a uno solo. En realidad, si fuera posible que existieran todas las especies del Ser seguidas de las especies indivisibles y ninguna otra cosa fuera de las dichas, sería posible proceder así. Pero puesto que semejante tesis es destructiva de sí misma (en efecto, ni las especies serían especies, ni habría en absoluto una multiplicidad bajo un solo género, sino que todas las cosas serían una sola, si no hubiera otro u otros Seres fuera de aquel género único. En efecto, ¿cómo podría hacerse múltiple ese uno, de manera que engendrara las especies, si no hubiera otra cosa fuera de él? Porque él por sí mismo no es múltiple, a menos que uno lo fraccione como una magnitud; pero aun así, quien lo fraccione será distinto de él; y si es él quien se fracciona a sí mismo o quien, en general, se divide a sí mismo, antes de dividirse, ya estará dividido), debemos, pues, abandonar la idea de un solo género por otras muchas razones, pero en particular porque, de lo contrario, ya no sería posible, tomando una especie particular cualquiera, afirmar de ella que es Ente o que es Sustancia. Y si alguno predicara de ella que es Ente, lo predicaría como algo accesorio, como si uno dijera que la sustancia es blanca, porque con ello no querría decir que es lo mismo que lo blanco.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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