Plotino – Tratado 43,4 (VI, 2, 4) — Partir da unidade e da multiplicidade dos corpos

Igal

4 Si quisiéramos tener una visión de la naturaleza del cuerpo, cómo es la naturaleza del cuerpo mismo en este universo, ¿no es verdad que, tras observar en alguno de los cuerpos particulares, por ejemplo en una piedra, que hay algo que es como su sustrato, algo que es su cuantidad, la magnitud, y algo que es su cualidad, como es el color, afirmaríamos lo mismo de cualquier otro cuerpo, a saber, que, en la naturaleza del cuerpo, hay algo que es como sustancia, algo que es cuantidad y algo que es cualidad, las tres juntas pero divididas en tres por el pensamiento, y que las tres formaban un solo cuerpo? Y si el movimiento fuera también connatural a la constitución del cuerpo, lo incluiríamos también con los otros, y los cuatro constituirían una sola cosa, y ese cuerpo uno quedaría completo con los cuatro por lo que respecta a su unidad y a su naturaleza.

Pues de la misma manera, puesto que estamos tratando de la Sustancia inteligible y de los géneros y principios de allá, es menester que, prescindiendo del devenir inherente a los cuerpos, de la aprehensión por los sentidos y de las magnitudes, porque de ahí viene el que estén separados y distanciados unos de otros, concibamos una realidad inteligible, un ser verdadero y una unidad mayor. Aquí lo sorprendente es cómo un uno así puede ser uno y múltiple. Porque, en los cuerpos, ya hemos concedido que un mismo cuerpo es uno y múltiple. Es que un mismo cuerpo es infinitamente divisible, y una cosa es su color y otra su figura, puesto que se separan. Pero quien conciba un alma una, sin extensión, sin magnitud y simplicísima, como aparecerá a la mente a primera vista, ¿qué esperanza puede tener de volver a encontrarla a la vez múltiple? Sin embargo, uno creía llegar al final al dividir el animal en cuerpo y alma, un cuerpo multiforme, sí, compuesto y variado; pero confiaba en que, al dar con el alma simple, ya con ello había finalizado el proceso, una vez llegado al principio. Consideremos, pues, cómo esta alma —pues ha sido puesta a nuestro alcance venida de la «región inteligible», lo mismo que antes el cuerpo venido de la región sensible—, consideremos cómo eso uno es múltiple y eso múltiple es uno, no un uno compuesto de muchos, sino una naturaleza unimúltiple. Porque por la comprensión y dilucidación de este punto decíamos que quedaría dilucidada la verdad acerca de los géneros que hay en el Ser.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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