Plotino – Tratado 44,1 (VI, 3, 1) — Os gêneros do ser: problema geral

Igal

1 Ya hemos dicho cuál es nuestro parecer sobre la Esencia y cómo parece estar en consonancia con la opinión de Platón. Ahora bien hay que estudiar la otra naturaleza: ¿Hay que establecer los mismos géneros que los que establecíamos allá? ¿O acá más géneros que allá, añadiendo algunos otros a aquéllos? ¿O completamente distintos de los de allá? ¿O en parte los mismos y en parte distintos? Lo de «los mismos» hay que entenderlo, sin embargo, en sentido análogo y equívoco. Mas esto aparecerá más claro cuando los hayamos conocido.

Nuestro punto de partida es el siguiente: Puesto que nuestra discusión versa sobre los seres sensibles y puesto que todo lo sensible está circunscrito a este cosmos, forzosamente habrá que investigar sobre el cosmos analizando su naturaleza y, analizando sus componentes, clasificarlos por géneros, del mismo modo que si analizáramos la voz, que es indefinida, en un número determinado de sonidos, reuniendo en grupo una misma característica común a muchos, luego otra y después otra hasta que hubiéramos incluido cada sonido en un grupo, llamando especie a la característica común a los sonidos individuales, y género, a la común a las especies. En el caso de la voz era, pues, posible reducir a unidad cada especie, juntar todos los componentes detectados y predicar de todos ellos el término «elemento» o «Voz». Pero en el caso de las cosas que estamos investigando, esta reducción no es posible, como ya ha quedado demostrado. Por eso es preciso buscar más géneros, y géneros que, en el universo de acá, sean distintos de los de allá, puesto que el universo de acá es distinto del de allá, y no es unívoco, sino equívoco; es una imagen.

Pero como, además, en esta mezcla y en este compuesto de acá, uno de los componentes es cuerpo y el otro alma —pues el universo es un animal— y como la naturaleza del alma reside en el mundo inteligible y no encaja ni siquiera en el rango de lo que acá llamamos «sustancia», es preciso, por difícil que sea, dejar el alma fuera del presente estudio, del mismo modo que si uno quisiera clasificar a los ciudadanos de una ciudad determinada por su censo o por su oficio, dejaría aparte a los extranjeros residentes en ella. Por lo que toca a las afecciones que le sobrevienen al alma con el cuerpo o a través del cuerpo, más adelante, cuando investiguemos acerca de las cosas de acá, estudiaremos cómo deban ser clasificadas.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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