Plotino – Tratado 44,15 (VI, 3, 15) — O igual e o desigual são o próprio da quantidade

Igal

15 —Pero ¿cómo pueden ser «propiedad de la cuantidad la igualdad y la desigualdad»? Se habla de magnitudes semejantes, y sin embargo, la semejanza de que se habla no quita que la semejanza y la desemejanza estén en la cualidad. Porque tal vez aquí, en las magnitudes, la semejanza se predica en sentido distinto, y no en el mismo que en la cualidad. Además, si [Aristóteles] dijo que «la igualdad y desigualdad es una propiedad de la cuantidad», no quitó con eso que la semejanza se predica de ciertas magnitudes. Pero si dijo que «la semejanza y desemejanza son propiedad de la cualidad», la que se da en la cuantidad debe ser entendida, como dijimos, en sentido distinto. Pero si la semejanza en las magnitudes es la misma que en la cualidad, hay que buscar otras propiedades de cada uno de los dos géneros, de la cuantidad y de la cualidad.

Pues bien, hay que decir que la semejanza se predica aun de la cuantidad en cuanto que las diferencias de la cuantidad están en la cuantidad; y, en general, que las diferencias especificativas hay que ponerlas en el género del que son diferencias, sobre todo cuando la diferencia sea diferencia de sólo aquel género. Y si en un género es especificativa de la sustancia y en otro no, donde es especificativa, hay que ponerla; donde no es especificativa, hay que considerarla sólo en sí misma. Quiero decir especificativa no de la sustancia sin más, sino de tal sustancia, tomando «tal» como aditamento no sustancial. Hay que anotar, en fin, que la igualdad se predica de triángulos, cuadriláteros y de todas las figuras, tanto de las superficies como de los sólidos. Concluyamos que la igualdad y la desigualdad son propiedades de la cuantidad. Si la semejanza y la desemejanza son propiedades de la cualidad, habrá que examinarlo.

Pasando a la cualidad, ya hemos dicho que, entremezclada con las otras dos, materia y cuantidad, es constitutiva de la sustancia sensible, y que parece que la supuesta sustancia es el resultado, no quiditativo, sino más bien cualitativo, de varios componentes; y que la razón seminal, por ejemplo la del fuego, es sí, significativa más bien de la quididad, pero que la forma que produce es más bien cualidad; asimismo, que la razón seminal del hombre es su quididad, pero que su producto en la naturaleza del cuerpo, siendo como es imagen de dicha razón, es más bien una cualidad. Es como si, siendo hombre el Sócrates visible, llamaremos «Sócrates» al retrato pintado de Sócrates, que no es sino colores y pigmentos. Pues así también, existiendo la Razón por la que existe Sócrates, propiamente hay que decir que el Sócrates sensible es no Sócrates, sino colores y figuras, una copia de lo que se contiene en aquella Razón, y que esta Razón es a su vez una copia comparada con la que es ya la verdaderísima Razón del Hombre. Y basta ya sobre este asunto.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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