Plotino – Tratado 44,18 (VI, 3, 18) — Quais divisões introduzir na qualidade sensível?

Igal

18 Sin embargo, todas estas dificultades muestran que son otras las cosas cuyas diferencias debemos buscar, por las que distingamos cada cosa, unas de otras, pero que buscar las diferencias de las diferencias es tan imposible como absurdo. Porque no puede haber ni sustancias de sustancias, ni cuantidades de cuantidad, ni cualidades de cualidades ni diferencias de diferencias. Bien al contrario, es necesario, donde sea posible, diferenciar las cualidades por cosas extrínsecas, sea por sus causalidades, sea por otro medio parecido. Pero donde ni siquiera sea posible diferenciarlas de ese modo —por ejemplo, el verde del amarillo, pues dicen que son especies de blanquinegro— ¿qué podría uno decir? Es verdad que tanto el sentido como la inteligencia dirán que son diferentes, empero no lo razonarán: el sentido porque tampoco es propio de él el razonamiento, sino sólo la notificación de su diversificación, y la inteligencia, porque se contenta con intuiciones simples y no se sirve, en cada caso, del razonamiento como para enunciar de cada cosa «esto es esto» y «esto esto». Es verdad que en los movimientos de la inteligencia hay una alteridad que distingue una cosa de otra, pero la alteridad misma no necesita de alteridad.

—Y las cualidades ¿se harán todas ellas diferencias o no? Porque la blancura y los colores en general, así como las cualidades del tacto y del gusto, podrán, sí, hacerse diferencias de otras cosas, aun siendo a la vez especies; pero la gramática y la música, ¿cómo?

—Pues porque por la una el alma es gramática y por la otra música, sobre todo si se dan por naturaleza, de manera que puedan hacerse diferencias especificativas.

Ahora bien, si hay una diferencia cualquiera, vendrá del mismo género o de otro. Y si viene del mismo género, será una diferencia de las especies del mismo género, a modo de cualidades de cualidades. Porque la virtud es una disposición con una cualidad determinada, y el vicio, otra disposición con una cualidad determinada, de modo que las diferencias son cualidades de las disposiciones que son cualidades. A no ser que uno diga que la disposición sin su diferencia no es cualidad; la diferencia es la que hace que sea cualidad. Y si se dice que lo dulce es provechoso y lo amargo nocivo, eso es diferenciarlos por una relación, no por una cualidad.

—¿Pero si lo dulce es grueso y lo agrio delgado?

—El grosor no parece explicar qué es la dulzura, sino la causa de la dulzura. Dígase lo mismo de lo agrio. ¿No habrá que concluir que nunca la cualidad es diferencia de la cualidad, como tampoco la sustancia lo es de la sustancia ni la cuantidad de la cuantidad?

—Pero el cinco se diferencia del tres por dos.

—Más bien, le sobrepasa por dos; no se dice «se diferencia por dos». Porque ¿cómo puede diferenciarse por dos [como especie] en el tres [como género]? Tampoco puede diferenciarse un movimiento de un movimiento por un movimiento, ni se puede encontrar tal cosa en los otros géneros. Por lo que toca a la virtud y al vicio, hay que comparar la totalidad de la virtud con la totalidad del vicio, y así, diferirán por sus totalidades. Respecto a que difieren por una diferencia sacada del mismo género, de la cualidad, y no de otro, está claro que, si uno divide las virtudes y vicios por ser relativos unos al placer, otros a la ira, unos a la recolección de los frutos [y otros al razonamiento], y se da por buena esta división, es posible que haya diferencias que no sean cualidades.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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