Plotino – Tratado 44,20 (VI, 3, 20) — Certas qualidades não têm contrário

Igal

20 Hay que considerar si no a toda cualidad le corresponde alguna otra que le sea contraria. Porque en la virtud y el vicio aun el intermedio parece ser contrario a los extremos; pero en los colores los intermedios no lo son. Pues bien, si no lo son porque los intermedios son combinaciones de los extremos, no habría que contradistinguir más que dos especies: blanco y negro; los restantes serían combinaciones. Pero, de hecho, contraponemos los colores basándonos en que en los intermedios se observa una nueva cualidad, aunque sea resultado de una combinación.

—Pero eso es porque los contrarios no sólo son diferentes, sino que lo son en sumo grado.

—Pero me temo que esta diferencia máxima no la percibamos sino una vez establecida ya la gama de intermedios. Porque si suprimiéramos esta gama, ¿con qué determinaríamos la diferencia máxima? En la realidad, que el gris está más cerca del blanco que el negro, aun esto nos lo notifica la vista. Y en los sabores sucede lo mismo: lo que no es ni lo uno ni lo otro, es intermedio.

—Que nos hemos acostumbrado a pensar así, está claro. Pero bien puede ser que alguien no esté de acuerdo en esto: dirá que el color blanco y el amarillo y cualquier otro comparado con cualquier otro son por igual totalmente distintos el uno del otro, y que, siendo distintos, son cualidades contrarias, pues que su oposición no se debe a que haya intermedios, sino a que son distintos. Es un hecho, al menos, que, entre salud y enfermedad, no se interpone intermedio alguno, y sin embargo son contrarios.

—Pero eso es porque los efectos de una y otra difieren en sumo grado.

—Pero ¿cómo podemos hablar de diferencia máxima si no hay otros, entre los intermedios, que sean menos diferentes? No se puede, pues, hablar de diferencia máxima en el caso de la salud y enfermedad. Por lo tanto, lo contrario debe ser determinado por otro criterio, no por el de la diferencia máxima. ¿Acaso por el de mucha? Si se toma «mucha» en vez de «mayor» comparada con «menor», de nuevo los inmediatos pasarán desapercibidos. Pero si se toma «mucha» sin más, me temo que al concedérsenos que cada contrario es por naturaleza «muy» distante de su contrario, se nos concede que medimos la distancia por un «más».

Mas examinemos ya en qué consiste lo contrario. ¿No será tal vez que las cosas que son más o menos semejantes (pero no quiero decir semejantes en género ni, en absoluto, porque estén mezcladas con una especie de formas distintas de ellas), no son contrarias, mientras que las que no tienen nada idéntico en su especie son contrarias? Hay que añadir dentro del género «cualidad». Así se explica que hay contrarios sin intermedios, sin nada que contribuya a su mutua semejanza, al no haber otros que sean como ambiguos y guarden semejanza mutua, habiendo sólo algunos que no la tengan. Y si esto es así, los colores que tengan algo en común no pueden ser contrarios. Pero no hay dificultad en que no todo color sea contrario a todo color, mientras que haya alguno que sea contrario a otro del modo dicho. Y lo mismo sucede con los sabores. Con esto, demos por recorridas las dificultades.

Bouillet

Guthrie

MacKenna

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