2. Comenzaremos la inquisición por el alma y nos preguntaremos si debe concedérsele el conocimiento de sí misma, constatando en tal sentido qué es lo que en ella conoce y cómo conoce realmente. En cuanto a la facultad sensible, podremos decir que, por sí misma, conoce tan sólo las cosas exteriores; porque, aunque exista un conocimiento de los hechos que acontecen en el interior de nuestro cuerpo, la percepción sigue siéndolo de algo exterior, ya que lo que en realidad percibe son afecciones que se dan en el cuerpo.
En cuanto al razonamiento que acaece en el alma verifica su juicio y procede por composición y división, tomando como base para ello imágenes que provienen de la sensación; y si se trata de cosas que derivan de la Inteligencia, contempla sus improntas y actúa sobre ellas del mismo modo. A lo cual añadirá el conocimiento y aún el ajuste armonioso entre las imágenes que son de otra época y las nuevas imágenes acabadas de llegar. Hecho que consideraremos como la reminiscencia que se da en el alma. Pero, ¿se detiene aquí el poder de la inteligencia del alma, o puede ésta volverse hacia sí misma y llegar a conocerse? Pensemos si no habrá que remontar para ello hasta la Inteligencia. Porque sí concedemos el conocimiento de sí misma a esta parte del alma, afirmaremos ya de ella que es inteligencia, con lo cual tendríamos que averiguar en qué se diferencia de la inteligencia de lo alto. Y si no le concedemos ese conocimiento, progresando en nuestro razonamiento tendremos que llegar necesariamente a la inteligencia superior, en cuyo momento deberemos examinar en qué consiste el conocimiento de sí mismo. Si lo damos por existente en la inteligencia de rango inferior tendremos que averiguar cuál es, entonces, la diferencia con respecto al conocimiento de sí mismo. Porque, si no hay diferencia alguna, la inteligencia inferior será ya la inteligencia pura.
¿Deberemos concluir, en consecuencia, que el conocimiento discursivo del alma se vuelve realmente hacia sí mismo? No, sino que obtiene tan sólo la comprensión de las improntas que recibe. Cómo se verifica esa comprensión es, precisamente, lo que hemos de investigar.