Fedro:278e – Isócrates

FEDRO.—¿Pero tú qué piensas hacer? Porque tampoco es justo que te olvides de tu amigo.

SÓCRATES.—¿De quién hablas?

FEDRO.—Del precioso Isócrates. ¿qué le dirás? ¿O qué diremos de él?

SÓCRATES.—Isócrates es aún joven, mi querido Fedro; sin embargo, quiero participarte lo que siento respecto a él.

FEDRO.—Veamos.

SÓCRATES.—Me parece que tiene demasiado ingenio para comparar su elocuencia con la de Lisias, y tiene un carácter más generoso. No me sorprenderá que adelantando en años sobresalga en la facultad que cultiva, hasta el punto que sus predecesores parecerán niños a su lado1, y que poco contento de sus adelantos, se lance a ocupaciones más altas por una inspiración divina. Porque hay en su alma una disposición natural a las meditaciones filosóficas2. He aquí lo que yo tengo que anunciar de parte de los dioses de estas riberas a mi amado Isócrates. Haz tú otro tanto respecto a tu querido Lisias.

FEDRO.—Lo haré, pero marchémonos, porque el aire ha refrescado.

SÓCRATES.—Antes de marchar, dirijamos una plegaria a estos dioses.

[Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS]
  1. Isócrates, nacido en 436, emigró a Quíos en 404 antes de J. C., durante la tiranía de los treinta. Se dejó morir de hambre después de la batalla de Queronea. 

  2. Véase la traducción de este trozo en Cicerón, Orator, cap. XII.