alma irracional (Igal)

Pero, ¿cómo explicar las artes del encantamiento? Sin duda, por la simpatía, ya que hay un acuerdo natural entre las cosas semejantes, así como hostilidad entre las cosas diferentes, colaborando verdaderamente muchas y variadas potencias a la unidad del ser universal. Por otra parte, se siguen y se producen muchos encantamientos sin intervención de las artes de la magia; la verdadera magia ha de atribuirse a la Amistad y a la Discordia que enseñorean el universo. El primer mago y encantador es bien conocido de los hombres, que se sirven de sus brebajes y de sus encantamientos en la acción de unos sobre otros. Y así, porque está en su naturaleza el que se amen, todo lo que tiende al amor es motivo de atracción para ellos, naciendo de ahí el arte de atraer el amor por medio de la magia. El mago, en realidad, no hace más que unir a los seres que ya están naturalmente unidos y que se profesan un amor recíproco; así, une un alma a otra alma, lo mismo que se unen dos plantas que no están próximas. Las figuras de que el mago se sirve tienen cierto poder, que él atrae y concentra en sí mismo sin ruido alguno, colocado como verdaderamente está dentro de la unidad universal. Porque si suponemos al mago fuera del mundo, no hay ya lugar para el encantamiento ni para que desciendan hacia él las artes y los lazos de la magia. Pero si ocurre lo contrario, es porque no lleva ese poder lejos de sí y porque conoce la manera de conducirlo sobre algo diferente, pero dentro del animal universal. Se vale para ello de conjuros mágicos, de ciertas palabras y actitudes, cuyo atractivo es análogo al de las palabras y actitudes de conmiseración, por las cuales se ve atraída el alma. No otro es el efecto de la música, que cautiva no solamente nuestra voluntad sino también nuestra razón, e incluso nuestra alma irracional. Y su magia, sin embargo, no produce nuestra admiración, siendo así que la música fascina y produce el amor, aunque no sea esto precisamente lo que se exija de los músicos. ENÉADA: IV 4 (28) 40

Pero, ¿cómo influyen sobre el hombre sabio la magia y los brebajes? A su alma, desde luego, no llegan los efectos de la magia, puesto que su razón es impasible y no cambia en modo alguno de opinión. Sufrirá, no obstante, por medio de esa alma irracional que le viene del universo; o mejor aún, será esa alma la que sufra en él. Mas de los brebajes no se originará en él el amor, dado que el amor sólo tiene lugar si el alma racional aprueba la pasión del alma irracional. Y en el caso de que su alma irracional experimente encantamientos podrá liberarse de su poder por encantamientos de signo contrario, los primeros traerán para él la muerte, la enfermedad y otros males del cuerpo, porque lo que en él constituye una parte del universo tiene que sufrir la influencia de las otras partes, e incluso del mismo universo; pero él mismo, sin embargo, no experimentará daño alguno. ENÉADA: IV 4 (28) 43

Ahora bien, si existe una sola alma, ¿cómo pueden darse un alma racional, un alma irracional y un alma vegetativa? Sin duda, porque la esencia indivisible del alma, que no se divide en los cuerpos, aparece ordenada según la razón, en tanto la esencia que se divide en los cuerpos y que, a pesar de todo, es una y la misma, produce en todas partes la facultad de sentir, como consecuencia de esa división. Esa será precisamente la primera facultad, y la segunda la capacidad que aquella esencia tiene para modelar y producir los cuerpos. Pero no porque tenga varias facultades deberá dejar de ser una. Porque en la simiente hay también más de una potencia, que es, sin embargo, una, aunque de esta unidad provenga una multiplicidad. Pero, si es así, ¿cómo no se dan todas las facultades en cualquier ser? Si nos fijamos en el alma individual que, según se dice, se encuentra en todas partes, comprobamos que la facultad de sentir no es la misma en todas ellas, y también que la razón no se halla en todo el cuerpo. En cuanto a la facultad vegetativa, se aparece en partes que no experimentan la sensación, aunque ello no impide que vuelva de nuevo a la unidad una vez que el cuerpo ha desaparecido. Pero si el alma tiene del universo la facultad vegetativa, también la tendrá del alma universal. ¿Por qué, entonces, esta facultad no puede proceder de nuestra alma? Pues sabido es que la facultad vegetativa del universo es la que sufre la sensación, en tanto en cada uno de nosotros la facultad de sentir, ayudada por la inteligencia, juzga de los objetos, pero en nada ayuda al poder de modelar el cuerpo que el alma recibe del universo. Y, ciertamente, podría hacerlo, si esta facultad no hubiera de encontrarse en el universo. ENÉADA: IV 8 (6) 3

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