Enéada II, 4, 4 — A matéria inteligível existe

4. Damos por supuesta ahora la existencia de las ideas, cosa que ya se ha demostrado en otro lugar. Si realmente hay varias ideas, habrá también necesariamente en cada una de ellas algo común y algo propio, por lo que cada una se diferencie de la otra. Ese carácter propio y esa diferencia que separan a una idea de otra constituyen su forma particular. Pero si existe esta forma, es claro que existe algo informado en lo cual se da la diferencia. Hay, por tanto, una materia que recibe la forma, que será siempre u» sujeto. Pero hay, además, un mundo inteligible, del cual este mundo es una imitación; y como este mundo que habitamos es un compuesto de materia y de forma, habrá en él, naturalmente, materia. ¿Cómo, por otra parte, íbamos a llamarle mundo, si no pensamos en su forma? ¿Y cómo considerar la forma si no pensamos en aquello de lo que es forma? Este mundo lo estimamos indivisible en un sentido absoluto, pero divisible, en cambio, en algún otro sentido; si sus partes pueden ser separadas unas de otras (la materia existe), porque el corte y la separación son fenómenos que afectan a la materia y es ella la que los experimenta. Si el mundo, aun siendo múltiple, es indivisible, su multiplicidad existente en la unidad, y en una materia, no es otra cosa que la multiplicidad de las formas; porque esta unidad sólo puede ser pensada en variedad cómo multiplicidad de formas, sin ella, su unidad carecería de forma. Pues privadle mentalmente de la variedad, de las formas, de las razones y de los pensamientos; todo lo que queda es ya informe e indefinido, sin que haya en él nada de lo que había en la unidad y con ella.