Enéada I, 8, 11: Mal e privação

11 Pero la naturaleza contraria a toda forma es privación. Ahora bien, la privación está siempre en otro y en sí misma no es una realidad. En consecuencia, si el mal consiste en una privación, el mal existirá en el sujeto privado de forma; luego no existirá por sí mismo. Si, pues, ha de haber mal en el alma, la privación que hay en ella será el mal y el vicio, y no algo exterior. Y hay incluso otras teorías que pretenden abolir la materia enteramente, y otras que pretenden que, aun existiendo, no es mala en sí misma. No hay que buscar, pues, el mal en otra parte. Basta situarlo en el alma y definirlo así como ausencia de bien.

Pero si el mal es la privación de cierta forma destinada a estar presente, si es privación del bien en el alma y produce en ella el vicio por su propia razón de ser, entonces el alma no tiene ningún bien. Por consiguiente, tampoco tiene vida, pese a que es alma; luego el alma será inanimada, puesto que ni siquiera tiene vida. Conque, siendo alma, no será alma.

La conclusión es que el alma posee vida por su propia razón de ser. Por consiguiente, la privación del bien no la tiene de por sí misma. Luego es boniforme, puesto que posee un bien, un vestigio de inteligencia, y no es cosa mala de sí misma. Luego tampoco será mala primariamente, y el mal primario no estará en ella como un accidente, porque tampoco está ausente de ella todo el bien.