Enéada III, 6, 14 — Existência da matéria; interpretação alegórica do mito de Poros e Penia.

Traduções em Tratado-26

Capítulo 14: Existência da matéria; interpretação alegórica do mito de Poros e Penia.
1-7: Necessidade da existência da matéria para que os reflexos das Formas se constituem
7-18: Comparação da matéria a Penia e dos reflexos das Formas a Poros
18-21: Distinção de três graus de realidade: o ser, o que está fora do ser e o não-ser absoluto
21-26: A matéria participa sem participar. Comparação com o eco
26-28: Se a matéria participasse às Formas, o mundo se destruiria
28-34: A matéria para o movimento de processão, como um espelho pode concentrar os raios do sol
34-36: Conclusão: a matéria é bem a causa da geração


14. ¿Pues qué? ¿Nada subsistiría si no existiese la materia? Lo mismo que no existiría la imagen sin el espejo o sin otra cosa análoga. Porque si una cosa existe naturalmente en otra, no puede producirse cuando esa otra cosa no existe; esto es lo que ocurre con la naturaleza de la imagen, que existe en otra cosa. En cambio, si la imagen surgiese de los seres, podría existir sin darse en otra cosa. Pero como aquéllos permanecen, es claro que si han de reflejarse en otra parte, algo habrá que les sirva de asiento; y no porque vengan a la materia, sino porque ésta, con su presencia y atrevimiento, y cual una pedigüeña indigente, se esfuerza en aprehenderlos. Sin embargo, la materia resulta engañada y no llega a aprehenderlos, permaneciendo así siempre pobre y suplicante. Pues una vez que la materia existe, nos dice el mito, se hace suplicante, y con ello se demuestra que su naturaleza está falta del bien1. El que suplica no pide que se le dé todo lo que se posee, sino que si da por satisfecho con lo que él puede tomar; de modo que el mito quiere mostrar que las imágenes que se dan en la materia son en realidad algo diferente. Su nombre indica precisamente que no se encuentra saciada2. Con su unión a Poros quiere indicarse, no que se une al ser ni a la plenitud del ser, sino a una obra bien pensada, esto es, a la sabiduría del mundo de las imágenes.

No es posible que no participe en el ser lo que se halla fuera del ser. Porque la naturaleza del ser exige la producción de seres. Sin embargo, lo que totalmente no es no puede mezclarse al ser; de ahí ese hecho extraordinario de que participa en el ser sin participar en él y de que tiene algo de su vecindad, aunque por su naturaleza no pueda unirse íntimamente al ser. Lo que la materia tomó del ser resbala sobre ella como sobre algo de naturaleza extraña, como el eco, por ejemplo, sobre superficies lisas y planas; pues dado que no permanece ahí, nos imaginábamos que estaba ahí y que de ahí proviene. Si la materia participase en la forma y la recibiese de la manera que se cree, la forma que viene a ella sería absorbida y englutída por ella. Pero parece que esto no ocurre y que la materia permanece sin haber recibido nada, deteniendo el avance proveniente de los seres y rechazándolo, como asiento y receptáculo que es de los encuentros y mezclas que en ella se dan. Porque la materia puede compararse a esas superficies pulidas colocadas delante del sol para recibir sus rayos; se las llena de agua para que la llama solar no las atraviese, impedida como está de hacerlo por el agua que ellas mismas contienen, contraria naturalmente al fuego; y así, la llama tendrá que mantenerse fuera. En ese sentido, la materia es causa de la generación, permitiendo que las cosas se organicen en ella.


  1. Cf. Platón, Banquete, 203 b. 

  2. Quiere decirse, el nombre de Penia, que aparece en el mito platónico del Banquete, referido al nacimiento de Eros