Enéada IV, 3, 22 — A alma está no corpo como a luz está no ar

22. ¿Diremos entonces que el alma está presente en el cuerpo como el fuego lo está en el aire? Aclaremos en qué consiste la presencia del fuego en el aire, pues no se trata de que esté presente en el fuego sino mejor de que lo penetra enteramente, pero sin mezclarse a él. El fuego, en realidad, permanece inmóvil, mientras que el aire esta siempre fluyendo. Cuando el aire abandona la región de la luz, sale de ella sin dejar rastro de sí; pero, mientras está bajo la luz, permanece iluminado por ella. De modo que, verdaderamente, resultaría mejor decir que el aire está en la luz y no que la luz está en el aire. Por lo cual Platón habla rectamente al referirse al universo, ya que no pone el alma en el cuerpo sino el cuerpo en el alma. Y dice en tal sentido que hay una parte del alma en la que se encuentra el cuerpo y otra parte en la que no hay cuerpo alguno; porque el cuerpo no necesita de algunas potencias del alma para subsistir. Lo mismo puede decirse de las otras almas. Porque, en efecto, hemos de afirmar que no hay otras potencias presentes en el cuerpo que las que este realmente necesita, Y están presentes en él sin hallarse establecidas en el todo o en las partes. Así, por ejemplo, la potencia sensitiva está presente en todas las partes que sienten y, asimismo, cada potencia está presente en un determinado órgano según la actividad que ella ejerce. Esto es precisamente lo que yo quiero decir.