Enéada IV, 4, 34 — A influência do cosmo sobre o homem é moderada

34. Una parte de nosotros mismos, justamente la que pertenece al cuerpo del universo, queda ligada por completo a él. Más, como no pensamos que pertenecemos enteramente al universo, la dependencia de éste resulta de hecho tolerable. Así, pues, somos como sabios a sueldo que dependen de sus dueños en cierta medida, pero cumpliendo mandatos realmente moderados; porque, en todo caso, no podríamos ser llamados esclavos ni hombres que dependen totalmente de otro.

En cuanto a los cambios de figura que se producen en el cielo tendremos que atribuirlos necesariamente a la desigual velocidad de los planetas. Si este curso es lógico, se producirán también diferentes figuras en el animal total, y, por otra parte, si las cosas que ocurren en este mundo simpatizan de algún modo con las cosas del cielo, será razonable preguntarse si están de acuerdo con ellas, o si por sí mismas disfrutan de cierto poder, en cuyo caso este mismo poder les correspondería como tales figuras o como figuras de los astros. Porque una misma figura, situada en seres diferentes, no anuncia ni produce las mismas cosas, sino que cada una responde a una naturaleza distinta. Si decimos, pues, rectamente, que la figura de unos objetos no es otra cosa que estos objetos y la misma disposición que hay en ellos, la figura de otros objetos, aun siendo la misma, tendrá que aparecer como diferente. Y si es así, no concederemos la primacía a las figuras sino a los seres que las producen. O tal vez a unas y a otros. Porque vemos que en los mismos astros a figuras diferentes corresponden resultados diferentes, cosa que se da en uno mismo sólo con que cambie de lugar.

Pero, ¿qué es lo que hemos de atribuirles? ¿Acciones acaso, o simplemente señales? ¿Será que por unas y otras causas, o por todas ellas, pueden realmente producir y anunciar, o que únicamente les corresponde esto último? Esta es la razón de que atribuyamos un poder a las figuras y otro a las cosas figuradas, puesto que, también en los danzantes las manos y los otros miembros tienen cierto poder, y lo tienen en alto grado las figuras que ellos forman; en tercer lugar, están igualmente las cosas que se siguen de aquí, como las partes de los miembros que participan en la danza y las partes de estas partes, como ocurre con la mano, donde se da por simpatía una contracción de los músculos y de las venas.