Enéada V, 5, 1 — Porque os inteligíveis não podem se encontrar fora do Intelecto

1. En cuanto a la Inteligencia, a la verdadera y real Inteligencia, ¿podría ciertamente equivocarse y no formular juicios verdaderos? De ningún modo. Porque, ¿cómo sería Inteligencia careciendo de las facultades de ella? Conviene, por lo pronto, que sepa siempre y que no olvide en ningún momento; su saber, pues, no estará hecho de conjetura, ni de ambigüedad, ni será, por decirlo de otro modo, un saber de oídas. Tampoco podría decirse que trabaja con la demostración, porque si se afirma que usa en algunos casos de la demostración, se admite con ello un cierto y evidente conocimiento de sí misma. (Aunque el razonamiento dice que todos lo son, porque, ¿cómo podría delimitarse lo que es evidente y lo que no lo es?). Pero, en cuanto a lo que es evidente por sí mismo con el asentimiento de todos, ¿de dónde se hará provenir esta evidencia? ¿De dónde saldrá la prueba de que es así? Tenemos, por ejemplo, ante nosotros los objetos de la sensación, que parecen ofrecer la mayor evidencia sobre sí mismos. Y, sin embargo, aún existen dudas sobre ellos, puesto que nos preguntamos si no tendrán una existencia aparente que descanse, no en realidades, sino en afecciones que sufren los sentidos; añadamos, además, que necesitamos enjuiciarlos con la inteligencia y la reflexión. Porque, aun concediendo que lo que la sensación nos place ver se encuentra verdaderamente en los seres, lo que es conocido por medio de ella resulta ser una imagen de la cosa, con lo que la sensación no alcanza a aprehender la cosa misma, que permanece así fuera de ella.

Mas, la Inteligencia conoce, y conoce los inteligibles; ahora bien, esos seres que conoce son algo diferente de ella, ¿cómo puede encontrarse con ellos? Ciertamente, esto podría tener lugar, por lo cual es posible que no los conozca, salvo que los haya encontrado alguna vez. No tendrá, pues, siempre, el conocimiento de tales seres. Pero, ¿y si se dijese que está unida a ellos? Podría preguntarse, entonces, en qué consiste esta ligazón. Por otra parte, es claro que los pensamientos serán improntas, y, por consiguiente, conocimientos adquiridos y experimentados. ¿Cómo dejarán impresa su impronta y cuál será su forma? El pensamiento, lo mismo que la sensación, será pensamiento de algo externo; por tanto, ¿en qué se diferenciará sino en el hecho de ser una percepción de objetos más pequeños? ¿Y cómo sabrá que realmente los percibe? ¿Cómo sabrá, por ejemplo, que un objeto es bueno, o bello, o justo? Cada una de estas propiedades es algo diferente del objeto mismo y no es en el objeto donde se encuentran los principios de nuestro juicio que facilitan la creencia, sino que estos principios resultan extraños a él, e incluso, la verdad, que se encuentra en otro lugar. Por lo demás, o los inteligibles carecen de sensación, de vida y de inteligencia o poseen realmente la inteligencia. Si poseen la inteligencia, se dan en ellos a la vez las dos cosas, esto es, la verdad y la primera Inteligencia, con lo cual hemos de investigar cuál es aquí esta verdad y esta inteligencia. ¿Son las dos una misma cosa y existen ambas a la vez? ¿O se trata de dos cosas diferentes? ¿Qué son, en realidad? Porque si los inteligibles carecen de Inteligencia y de vida, ¿a qué viene el considerarlos como seres? Porque no lo son ni las proposiciones, ni los axiomas, ni las cosas abstractas, que deberán ser tenidos como algo que se dice de otras cosas, Pero no como los seres mismos. Así, cuando se afirma que lo justo es bello, lo justo y lo bello tienen una realidad diferente de la que se dice de ellos. Y, sin embargo, podrá argüirse, los inteligibles son estos mismos términos simples, justo y bello, tomados separadamente. Pero, entonces, claro es, si constituyen la primera unidad, ni algo que se comprenda en una unidad, encontrándose separados unos de otros. ¿En dónde podrán hallarse y por qué lugares podrán estar esparcidos? ¿Y qué rodeo deberá emplear la Inteligencia para poder alcanzarlos? ¿Cómo pues, permanecerá inmóvil? ¿Y cómo, además permanecerá en sí misma? ¿Qué forma y qué impronta recibirá de los inteligibles? Porque éstos no se encuentran en ella como imágenes de oro o de cualquier otra materia, producidas por un escultor o por un pintor. Si así fuese, la Inteligencia que contempla quedaría convertida en sensación. Pero, ¿por qué uno de los inteligibles la justicia y otro otra cosa? Y esto todavía como cosa más importante: porque si se admite que los inteligibles se encuentran fuera de la Inteligencia, e incluso que ella los contempla en esta situación, resulta imposible que poses la verdad y que no se equivoque en todo aquello que ella contempla. Ciertamente, los seres verdaderos son los seres inteligibles; pero la Inteligencia los contempla sin poseerlos y, al aprehenderlos de esta manera, no conoce de ellos más sus imágenes. Así, pues, al no retener la verdad, dado no aprehende más que imágenes de lo verdadero, poseerá tan sólo el error, pero nunca la verdad. Si sabe que no más que lo falso, tendrá que reconocer que está privada de la verdad. Mas, sí ni siquiera conoce esto, y cree en cambio que posee la verdad que no posee, su error será todavía doble y, con mucha más razón, se mantendrá alejada de la verdad. Por ello, a mi juicio, en las sensaciones hay verdad alguna, sino tan sólo opinión. Y es opinión, precisamente por su carácter receptivo. Una cosa es lo que ella recibe, y otra muy distinta el ser del que tiene lo que ella recibe. Si, pues, no hay verdad en la Inteligencia, esta inteligencia no es la verdad, ni una inteligencia verdadera, ni, por supuesto, la inteligencia absoluta. Ahora bien, la verdad no podrá encontrarse en otra parte.