Enéada V, 5, 9 — O Uno está inteiramente por toda parte

9. Todo ser que es engendrado por otro, o se encuentra en el ser que le engendra o está en otro ser, supuesto que exista otro ser después del que le ha engendrado. Siendo, pues, engendrado por otro, y teniendo necesidad de otro para ser engendrado, subsiste en todas partes la necesidad de otro, por lo que se encuentra en otro ser. Lo cual quiere decir que los últimos seres se encuentran naturalmente en los que están delante de ellos, y los que están los primeros en aquellos que les anteceden, encontrándose así un ser en otro ser hasta llegar al primer principio. Pero el principio, que no tiene nada antes que él, no puede encontrarse realmente en otro ser; no teniendo, entonces, nada en donde pueda encontrarse, y estando todas las cosas en aquellas que les preceden, abarcará naturalmente todas las cosas. Pero las abarcará sin dispersarse en ellas, y las poseerá sin entrar en posesión de ellas. Mas, si las posee y no es poseído, no habrá lugar en el que no se encuentre, porque, de no encontrarse en algún lugar, tampoco podría poseer nada. A su vez, si no es algo poseído, no podrá encontrarse en algún ser. De modo que estará y no estará. No estará, por ejemplo, si no se encuentra contenido en las cosas; pero, al quedar libre de todas ellas, nada impedirá que se encuentre en todas partes. Porque sí algo se lo impidiese, se vería limitado por otra cosa, y todo lo que viniese a continuación se vería privado de el Dios no podría ya ir más lejos, con lo cual no estando en si mismo se vería sometido a las cosas que vienen después de él. Digamos, en cuanto a las cosas que están en otro ser que están allí en donde están; en tanto las que no están en ninguna parte no tienen lugar en el que no estén. Porque si él no estuviese aquí, es claro que otro lugar le contendría. Y, si estuviese aquí, estaría ya en otra cosa, de modo que sería falso decir que no está en ninguna parte. Si, pues es verdad que no se encuentra en ninguna parte y falso que se encuentre en alguna parte, no debe separársele de nada para no encontrarse en otro. Pero, si no está alejado de nada para no encontrarse en alguna parte, se encontrará realmente en sí mismo. No tendremos una parte de él aquí y otra allá, porque él no se encuentra aquí por entero, sino todo entero en todas partes, ya que no hay nada que le posea y que no le posea, sino que todo, por el contrario, es poseído por él.

Mirad, por ejemplo, al mundo. Como no existe ningún mundo antes que él, él mismo no está en el mundo ni en lugar alguno, porque, ¿qué lugar podría existir antes de existir el mundo? Todas sus partes dependen de él y se encuentran en él. El alma, a su vez, no se encuentra en el mundo, sino que el mundo está en ella, porque el cuerpo no es un lugar para el alma, sino que el alma está en la Inteligencia, y el cuerpo, por su parte, está en el alma, encontrándose la Inteligencia en otro principio. No hay, sin embargo, otro principio en el que éste pueda encontrarse. No podremos, pues, hablar de ningún otro principio, cualquiera que éste sea, por lo cual no se encuentra en ninguna parte. Pero, ¿dónde se encuentran las otras cosas? Ciertamente, se encuentran en él. Por consiguiente, no está alejado de las otras cosas, aunque él mismo no se encuentre en ellas. Y tampoco es verdad que no posea ninguna, sino que posee todas. Por ello, precisamente, es el bien de todas porque todas dependen de él y cada una de manera diferente. Y son también unas más perfectas que otras, porque no poseen el ser en la misma proporción.