García Bazán – Plotino

Pues bien, el neoplatonismo, aunque esta sea técnicamente una designación que corre desde el siglo XIX, fue establecido como escuela de pensamiento reconocida como tal por Plotino, nacido posiblemente en Licópolis (Egipto) en el año 203 y muerto en el 270, en una [23] finca de la Campania, próxima a Nápoles, propiedad de su discípulo Zeto1. Plotino es el ejemplo de una vocación filosófica un poco tardía. A los veintisiete años se sintió impulsado, aunque se ignora por qué, hacia el estudio de la filosofía y, después de pasar por varios maestros alejandrinos, ninguno de los cuales le satisfizo, llevado por un amigo, hizo el hallazgo de Amonio Saccas, con el que permaneció once años adquiriendo definitivamente su propia filosofía2. El pensamiento de Plotino es de poderosa originalidad, aguda precisión y elevado vuelo espiritual, que toca fácilmente las cimas de la mística. Este pensamiento se conserva en una prosa concisa, en la que se combinan el estilo coloquial con el de empinada inspiración literaria3. Desconcertados los historiadores e intérpretes, llegó a ser moda sostener la influencia de corrientes de la espiritualidad india sobre su doctrina4. Hoy se reconoce que su modalidad neoplatónica se inserta [24] sin contradicciones en una tradición filosófica de pensadores platónico-pitagorizantes que se remonta a la Academia Antigua, con Espeusipo como uno de sus probables iniciadores, y que revela pruebas terminantes de la misma interpretación platónica que Eudoro de Alejandría, Moderato de Gades (siglo 1 d. C.) y otras fuentes5.

Plotino, después de alejarse de su maestro Amonio Saccas con un pacto de silencio con otros condiscípulos sobre la enseñanza de sus clases (Herenio y Orígenes) y de formar parte, primero, de la comitiva del Emperador Gordiano en su expedición frustrada contra los persas y, después, del séquito de Filipo, invitado por algunos aristócratas romanos, abre una escuela en Roma. Enseña durante veintiséis años, redactando sus clases desde el curso lectivo 254-255, cada año con mayor intensidad. Sus discípulos y colaboradores, Gentiliano Amelio y Porfirio de Tiro, son figuras de importancia en relación con esta producción escrita. El último, en efecto, es el que edita las clases corregidas del maestro, clasificándolas en seis volúmenes de nueve tratados cada uno, motivo por el que las obras de Plotino llevan el nombre de Enéadas, o sea, novenas: seis divisiones mayores, cada una compuesta de nueve partes. Estos tratados versan sobre temas filosóficos diversos que obedecieron a circunstancias pedagógicas particulares, aunque Porfirio por razones personales, que ha explicado en la biografía de su maestro, los clasificó en la forma en que los han conservado los códices. Este orden, por consiguiente, es artificial. Para leer, sin embargo, con rigor a Plotino es conveniente observar el orden cronológico de la producción de los tratados, que es el que obedece a los motivos reales que exigieron al filósofo organizar sus lecciones sobre ciertos planes específicos y sobre uno u otro tema circunstancial. Porfirio ha dejado también en la mencionada biografía del maestro, Vida de Plotino6, la constancia de este orden primero7. En muchas de las Enéadas repercuten [25] fielmente los ecos de las polémicas que Plotino sostuvo contra corrientes de pensamiento rivales, que según su punto de vista se oponían al pensamiento platónico del que él se considera un simple exégeta o transmisor8: contra los estoicos, los epicúreos, Aristóteles o los gnósticos9. Es fundamental e imprescindible, entonces, tener en cuenta estos aspectos polémicos y su correspondiente contexto, para con sano método poder aproximarse correctamente al llamado iniciador del neoplatonismo.

GARCÍA BAZÁN, F. Plotino y la mística de las tres hipóstasis. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: El Hilo De Ariadna, 2011.


  1. Sobre estos temas biográficos, puede verse lgal, J., Porfirio. Vida de Plotino. Plotino. Enéadas I-II, Madrid, 1982, p. 8 y ss. 

  2. Sobre la enigmática figura de Amonio Saccas, véase García Bazán, F., op. cit., pp. 210-211 y n. 24, y Schwyzer, H.-R., Ammonios Sakkas, der Lehrer Plotins, Opladen, 1983. 

  3. Cf. la confirmación de Schwyzer, H.-R., «Plotinos», en PW XXI, 1,1951, 530,40-60. 

  4. Cf. García Bazán, F., op. cit., pp. 205-211. 

  5. Cf. Dodds, E. R., «The Parmenides of Plato and the Origin of the Neoplatonic ‘One’», en CQ, julio-octubre (1928), pp. 129-142; Rist, ]. M., «The Neoplatonic One and Plato’s Parmenides», en TAPA 93 (1962), pp. 389-401; Merlán, Ph., en Armstrong, A. H. (ed.), The Cambridge History of Later Greek and Early Medieval Philosophy, Cambridge, 1967, pp. 91-94; García Bazán, F., op. cit., pp. 91-128, y ver cap. IV en la presente edición. 

  6. En español se cuenta con la excelente versión de J. lgal, registrada en la nota 3. Un equipo de investigadores franceses dirigidos por ]. Pépin ha publicado una traducción y comentario de esta obra, resultado de más de una década de estudios; cf. Brisson, L. et al., Porphyre. La Vie de Plotin I-II, París, 1982-1992. 

  7. Cf. Vida de Plotino IV y VI (orden cronológico) y XXIV-XXVI (clasificación de Porfirio). 

  8. Cf. Enéada V, 1 (10), 8: “Tampoco estas doctrinas son nuevas ni de hoy, sino que han sido enunciadas desde hace mucho tiempo implícitamente, y nuestras explicaciones actuales son las intérpretes [exegetás] de aquellas”. 

  9. Cf. García Bazán, F., Plotino y la Gnosis. Un nuevo capítulo en la historia de las relaciones entre el helenismo y el judeocristianismo, Buenos Aires, 1981, y La gnosis eterna. Antología de textos gnósticos, griegos, latinos y coptos III, Madrid, Trotta (en prensa, fecha de aparición 2012), cap. III. 

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