Enéada I, 7, 1: Como se possui o Bem?

Capítulo 1: Como se possui o Bem?
1-5: O bem de cada coisa é sua atividade perfeita
5-7: O bem para uma coisa e o Bem absoluto
7-13: As duas maneiras de possuir o Bem (se assimilar a ele ou exercer sua atividade para ele)
13-fim: O Bem é aquilo para o qual se exercitam todas as atividades e aquilo que todas as coisas estão suspensas; está acima delas todas.


1. ¿Puede decirse que el bien de cada ser consista en otra cosa que en aquella actividad de su vida que sea conforme a naturaleza?1. Y si alguno consta de varios elementos, ¿puede decirse que su bien consiste en la actividad propia y conforme a naturaleza, siempre que no sea deficiente en nada, del elemento mejor que hay en él?[2. El bien natural del alma consistirá, por tanto, en una actividad suya. Pero suponiendo que [5] además, cuando es un alma eximia, dirija su actividad a la cosa más eximia, ésta será el Bien, no sólo con respecto al alma, sino el Bien sin más3.

Suponiendo, pues, que haya algo que, siendo el más eximio de los seres y aun estando más allá de los seres, no dirija su actividad a otra cosa mientras las otras [10] dirijan la suya a él, es evidente que ése será el Bien por el que, además, les es posible a las otras participar del Bien4. Ahora bien, las otras cosas, cuantas poseen el Bien de ese modo5, pueden poseerlo de dos maneras: por haberse asemejado a él y por ejercitar su actividad dirigiéndola a él6. Si, pues, el deseo y la actividad se dirigen al Bien más eximio7, sigúese que, como el Bien no dirige su mirada a otra cosa ni desea [15] otra cosa porque es, en su quietud, fuente y principio de actividades conforme a naturaleza y porque hace boniformes a las otras cosas, mas no en virtud de una actividad dirigida a ellas, pues son ellas las que dirigen la suya a él, ese principio no debe ser el Bien en virtud de su actividad ni de su intelección, sino que debe ser el Bien por sí solo8. Además, como está «más allá de la Esencia»9 también está más allá de la actividad y [20] más allá de la Inteligencia y de la intelección10.

Además, el Bien hay que concebirlo, a su vez11, como aquello de lo que están suspendidas todas las cosas12, mientras que aquello mismo no lo está de ninguna, pues así es también como se verificará aquello de que «es el objeto del deseo de todas las cosas»13. El Bien mismo debe, pues, permanecer fijo, mientras que las cosas todas14 deben volverse a él como el círculo al centro del que parten los radios15. Y un buen ejemplo [25] es el sol, pues es como un centro con respecto a la luz que, dimanando de él, está suspendida de él16. Es un hecho al menos que, en todas partes, la luz acompaña al sol y no está desgajada de él. Y aun cuando tratares de desgajarla por uno de sus dos lados, la luz sigue suspendida del sol17.


  1. La respuesta esperada es «no». platón había puesto en boca de Sócrates (República 352d|352d-354d) el principio de que a cada ser le corresponde una operación (érgon) específica natural y un buen estado (arete o excelencia) natural: aquel por el que es capaz de realizar bien su operación específica. Sobre este principio descansa toda la filosofía de la República (cf. mi artículo «el concepto physis en la República de Platón», Pensamiento 23 [1967], 407-436), y ese mismo principio reaparece en Aristóteles (Protréptico, fr. 6 Ross, y Ét. Nic. 1106 a 15-24). 

  2. La respuesta esperada en «sí». Este segundo principio, complementario del anterior, aparece formulado en aristóteles, Protréptico, fr. 6 Ross, y aplicado al alma humana en Ét. Nic. 1177 a 12-17. Análogamente, Plotino procederá, a continuación, a aplicar ambos principios al alma. 

  3. El alma eximia es la contemplativa, que alcanza su bien inmanente centrando su actividad en el Bien absoluto, fundamento de su bien inmanente (I 4, 4, 18-20). 

  4. Asentados y aplicados al alma los dos principios anteriores (supra, nn. 1-2), Plotino procede ahora por una especie de silogismo, cuya premisa mayor sería la proposición hipotética que acaba de enunciar, distinguiendo dos supuestos alternativos: 1) que exista algo que sea el más eximio de los seres (supuesto aristotélico), 2) que exista algo que esté más allá de los seres (supuesto platónico). 

  5. Es decir, por participación. 

  6. Estos dos modos son: el habitual, por asemejamiento a Dios por la virtud (tesis de I 2), y el actual, por el ejercicio de actos de virtud. De momento, a Plotino le interesa el segundo caso. 

  7. Plotino comienza arguyendo ad hominem desde el supuesto aristotélico de que el Bien supremo se identifica con el Ser supremo, motor inmoble, supremo inteligible y supremo deseable (Metafísica XII 7, 1072 a 19-35). 

  8. Plotino denuncia lo que él considera una incongruencia de Aristóteles: por una parte, el Bien supremo lo es por ser el primer principio: supremo inteligible y supremo deseable (cf. n. ant.); pero luego resulta que su bondad suprema le viene de una vida y una actividad autointelectiva, como «intelección de intelección» (Metafísica XII 7, 1072 b 1-30; 1074 b 15-35). 

  9. Platón, República 509b|509 b 9. 

  10. Plotino arguye ahora desde el supuesto platónico (supra, n. 4) de que el Bien está más allá de la Esencia. 

  11. Paso a un nuevo punto: el Bien transciende al mundo inteligible. 

  12. Aristóteles había dicho del primer principio que «de él depende el cielo y la naturaleza» (Met. 1072 b 13-14). Plotino rectifica: de él están suspendidas todas las cosas, aun las suprasensibles, arguyendo de nuevo ad hominem (cf. n. sig.). 

  13. Si, como admite Aristóteles (Ét. Nic. 1094 a 3), el Bien es «el objeto del deseo de todas las cosas», quiere decir que de él están suspendidas todas las cosas, y no sólo el cielo y la naturaleza. Cf. I 8, 2, 2-4

  14. No sólo el mundo sensible, sino también el transcendente. 

  15. Imagen favorita de Plotino, en que el centro representa al UnoBien, y el círculo, ante todo, al mundo inteligible. 

  16. La imagen del centro geométrico se combina con la del foco luminoso, que es el sol, otra imagen favorita. 

  17. Plotino piensa bien en un experimento empírico, la interposición de una pantalla (BRÉHIER, n. ad loc.), bien en un Intento mental, imaginando un eclipse. En todo caso, el intento es vano: la luz queda interceptada, mas no dividida en dos mitades (cf. VI 4, 7, 4244).