6. Tratemos ahora de la materia de los cuerpos, llamada también receptáculo (de las formas), Conviene que haya, para los cuerpos, un sujeto que sea diferente de ellos: así lo prueba la continua transformación de los elementos. Por que ha de hacerse notar que la transformación de un elemento no significa su total destrucción. Una sustancia cualquiera no puede dejar de ser y destruirse, y, a su vez, el elemento que ha sido engendrado no puede pasar de la nada absoluta al ser. Toda transformación es un paso de una a otra forma; bien entendido que a través de ella permanece un sujeto que recibe la nueva forma y pierde la antigua. Tenemos también para esto la prueba de la corrupción: porque la corrupción afecta a un ser compuesto, esto es, a un ser que está hecho de materia y de forma. E, igualmente, el razonamiento por inducción testimonia que el ser que se corrompe es compuesto: así, por ejemplo, la vasija se transforma en oro, y el oro pasa a ser agua, y el agua, por su parte, exige una corrupción por el estilo. Necesariamente, el elemento ha de ser o una forma o una materia prima, o compuesto de materia y de forma. No es posible, desde luego que sea forma, porque, ¿cómo imaginar una masa y una magnitud sin materia de ninguna clase? Tampoco podrá ser materia prima, puesto que se corrompe. Estará hecho, pues, de materia y de forma; de una forma que nos da su cualidad y su apariencia especifica de una materia que es un Sujeto indefinido porque no es forma.