Enéada III, 6, 1 — Primeiras questões concernentes à passividade

Traduções em Tratado-26

Capítulo 1: Primeiras questões concernentes a passividade
1-2: As sensações não são afeições, mas atividades
3-6: As afeição supõem corpos, os julgamentos a alma
6-16: O julgamento é uma espécie de impressão? A alma pode ser alterada?
15-18: Anúncio da questão: o que é a “parte passiva da alma”?
18-25: O vício e as “paixões da alma” modificam a alma?
25-37: Sim, se a alma é um corpo; não, se a alma é uma realidade sem grandeza. Se a alma é uma razão ou um número, ela será dita passiva por analogia com o mundo dos corpos


1. Decíamos que las sensaciones no eran estados pasivos, sino actos relativos a las afecciones, y más bien juicios. Tengamos en cuenta que los estados pasivos se producen en algo diferente, como por ejemplo el cuerpo, en tanto el juicio, que no es un estado pasivo, se produce en el alma; en consecuencia, tendríamos que pasar de un juicio a otro y proseguir así hasta el infinito. Contaríamos aquí, sin embargo, con una evidente dificultad, porque el juicio, como tal juicio, no retiene entonces nada de lo que juzga. Si lo retuviese, sería algo realmente pasivo.

Podríamos decir, no obstante, de las llamadas impresiones (por los estoicos) que su manera de ser es completamente distinta a lo que se cree; hay entre ellas a manera de pensamientos o actos, que pueden llegar a conocer sin necesidad de sufrir nada. En general, cuando se da en nosotros razón y voluntad, el alma no aparece sujeta a cambios y alteraciones, cual ocurre con la acción del calor y del frío sobre los cuerpos. E incluso el alma que se llama pasiva ha de ser vista y considerada, bien como algo inmóvil o como lo único a lo que se atribuye pasividad. Quede esto para despues y examinemos ahora. lo referente a los primeros puntos. ¿Cómo permanecen realmente sin cambio esas partes del alma anteriores a la parte pasiva y a la sensación? Y, en general, ¿cómo sigue siendo inmóvil una parte cualquiera del alma cuando en ésta se dan el vicio, las opiniones falsas y la misma ignorancia? A esto podrían añadirse las inclinaciones familiares, los sentimientos de hostilidad del alma embargada por el placer, el dolor, la irritación, la envidia, la emulación y el deseo, que la privan en absoluto de tranquilidad, si no es de por sí evidente que cada una de estas cosas produce un movimiento y un cambio en el alma. Si el alma es un cuerpo, y si tiene, por tanto, magnitud, no se puede mostrar fácilmente, o mejor es imposible mostrar, que permanezca impasible y sin sufrir cambio alguno entre todas estas cosas que, según se dice, se producen en ella. Pero, si es una sustancia inextensa a la que conviene la incorruptibilidad, hemos de guardarnos de atribuirle tales estados pasivos; porque se nos escaparía entonces que la hacemos realmente corruptible. Y ya se trate de que su esencia sea un número o una razón, según decimos, ¿cómo admitir ese estado pasivo en un número o en una razón? Mejor conviene pensar que se dan en ella razones irracionales y pasiones impasibles1, las cuales, sacadas de los cuerpos, son transferidas al alma, pero tomadas aquí en un sentido opuesto. Se dice, pues, del alma, por analogía, que tiene y no tiene pasiones, que sufre y no sufre a la vez. Hemos de considerar, naturalmente, cuál es el modo de ser de estos estados.


  1. En el texto griego, logous alogous kai apathe pathe expresiones ciertamente paradójicas relativas a la doctrina estoica.