Enéada III, 6, 15 — As formas estão na matéria como as representações na alma

Traduções em Tratado-26

Capítulo 15: As formas estão na matéria como as representações na alma
1-5: Sequência da comparação com os objetos que captam a luz solar
5-11: A matéria é estranha a todo limite, sem qualquer parentesco a quer que seja
11-23: Comparação com as atividades da alma. A atividade de representação (phantasia) não esconde a natureza da alma
23-32: Fraqueza da matéria que não pode aparecer, nem dizer “estou aí”


15. En cuanto a las cosas que reúnen en sí mismas el fuego del sol y que son iluminadas por un fuego sensible, diremos que son también seres sensibles. Por ello aparece claro que los rayos aquí reunidos provienen del exterior, y se siguen, están cercanos y se tocan, mostrando sus dos extremos. Tratándose de la materia, la forma le es exterior, pero en otro sentido. Porque basta ya que su naturaleza sea diferente y no hay necesidad de contar con los dos extremos. Diremos más: la materia es extraña a todo límite, siendo imposible su mezcla con la esencia por su heterogeneidad y i alta de parentesco con ella. Y éste es el motivo de que permanezca en sí misma: que ni lo que entra en la malcría saca provecho de ella, ni ella misma lo obtiene a su vez, de lo que entra, ocurriendo aquí como con las opiniones y representaciones que se dan en el alma, pues, en efecto, no se mezclan, sino que cada una se va de nuevo como si estuviese sola, sin arrastrar nada consigo ni dejar nada de sí misma. Es claro que la mezcla resulta imposible porque ellas son exteriores y no se encuentran próximas, no Iludiendo verse tampoco la una al lado de la otra por ser lógicamente distintas. La representación es aquí como la imagen en la materia. Pero la naturaleza de la imagen no es propia del alma, aunque muchas veces la representación parezca llevarla a donde ella quiera. Con todo, la representación tiene con el alma, poco más o menos, análoga relación que la forma con la materia. Y, sin embargo, no oculta el alma, aun siendo rechazada con frecuencia por las operaciones de ésta, pues no hace que el alma se oculte o que tenga una determinada representación por el hecho de unirse a ella. Porque el alma cuenta en sí misma con operaciones y razones que le son contrarias, con las cuales rechaza las representaciones que la invaden. La materia, en cambio, dispone de un poder más débil que el del alma y no tiene ningún ser verdadero, ni engañoso, que le pertenezca; carente de todas las cosas, ni siquiera puede presentarse del modo que sea. Así, aun siendo la causa por la que aparecen las cosas sensibles, no puede decir ni esto: yo estoy aquí. Y sí alguna vez la razón la descubre, profundizando en los otros seres, se aparece como alejada de todos ellos y de todas las apariencias posteriores. Sin embargo, se extiende a todo, como pareciendo acompañarlo y no acompañarlo.