Enéada IV, 3, 21 — A alma não está no corpo (2)

21. ¿Pues qué? ¿Cómo podríamos contestar al que, sin atreverse a afirmar nada, nos formulase las cuestiones siguientes? ¿De qué manera está presente el alma en el cuerpo? ¿Se encuentra toda ella del mismo modo, o unas de sus partes se encuentran de una manera y otras de otra? Ninguna de las cosas hasta ahora examinadas expresa justamente la relación del alma con el cuerpo. No obstante, se dice que el alma está en el cuerpo lo mismo que el piloto en la nave. Con lo cual se indica suficientemente que el alma se separa del cuerpo, aunque no quede establecido con claridad el modo de unión que nosotros buscamos. Como pasajero, el alma me encuentra en el cuerpo por accidente, pero ¿y como piloto? Porque el piloto no se halla en todo el navío, como el alma se halla en el cuerpo. Tal vez convenga decir que el alma se encuentra en el cuerpo como el arte en los instrumentos, cual ocurre con el arte del piloto que podríamos localizarlo en el timón si este timón estuviese animado y poseyese un arte interior que lo moviese. Ahora que una diferencia puede establecerse aquí, y es que el arte permanece extraño al instrumento. Consideramos, pues, el alma sobre el modelo de un piloto cuya alma dirigiese su timón; el alma, en efecto, se encuentra en el cuerpo como en su instrumento natural y lo mueve a medida de su voluntad. Pero, ¿avanzamos así más en nuestra búsqueda? Seguimos dudando realmente cómo se encuentra el alma en su instrumento y, aunque su modo de unión sea diferente a los anteriores, ansiamos todavía descubrir la verdad o aproximarnos lo más posible a ella.