3. ¿Podremos decir que las almas son partes del alma universal, a la manera como se dice que el alma del ser animado que se encuentra en el dedo es una parte de la totalidad del alma que se encuentra en aquél? Razonando así llegamos a una de estas conclusiones: o bien a admitir que no hay ninguna alma fuera del cuerpo, o bien a afirmar que ninguna alma se da en un cuerpo, de tal modo que la llamada alma del universo se encuentra también fuera del mundo. Esto es lo que habrá que examinar y para ello seguiremos ahora con la misma comparación.
Si el alma universal se ofrece a todos los seres animados en particular, y si cada alma particular es, por tal motivo, una parte de aquélla, una vez dividida, no podría ofrecerse realmente a cada uno de los seres animados. Porque es claro que el alma universal deberá ser la misma en todas partes, una y entera, aunque radicada a la vez en muchos seres. Esto no nos permite hablar, por una parte, de un alma universal y, por otra, de las partes de esa alma, sobre todo si aplicamos a éstas las mismas potencias. Porque el hecho de que a unos órganos se atribuya una función y a otros órganos otra, cual ocurre con los ojos y los oídos, no quiere decir que la parte del alma presente en la visión sea distinta a la parte del alma presente en la audición. Que sean otros los que dividan así. (Para nosotros) se trata de la misma alma, aunque en cada uno de los casos actúe una potencia diferente. En ambas facultades se encuentran verdaderamente todas las demás, proviniendo las diferencias de percepción de las diferencias existentes entre los órganos, ya que la percepción de todas las formas puede ser modificada a discreción. Lo hace manifiesto el que todas las impresiones vengan a parar necesariamente a un solo centro; pues es claro que cada uno de los órganos no puede recibir todas las impresiones, sino que éstas manifiestan diferencias con relación a los órganos que las reciben. Ahora bien, el juicio formulado sobre las distintas impresiones descansa en un principio único que, a la manera de un juez, comprende las razones enunciadas y los actos ejecutados.
Se dirá entonces que el alma universal es una unidad presente en todas partes, aunque con funciones diferentes. Si sus partes se conciben como las sensaciones, ninguna de ellas podrá pensar, lo cual corresponderá sólo al alma universal. Porque si cada parte tuviese su pensamiento propio, existiría realmente en sí misma. Siendo, además, el alma racional, y, según se dice, tan racional como universal, ha de ser idéntica al alma ya mencionada, pero no, en modo alguno, una parte del todo.