19. Lo que llamamos placer y dolor puede ser definido del modo siguiente: el dolor como un conocimiento del retroceso del cuerpo, privado ya de la imagen del alma; el placer como un conocimiento del ser animado de la imagen del alma instalada nuevamente en su cuerpo. He aquí, por ejemplo, que el cuerpo experimenta algo; el alma sensitiva, que se halla próxima a el, conoce la sensación y la da a conocer, a su vez, a la parte del alma en la que concluyen las sensaciones. Pero es el cuerpo el que siente el dolor; y digo que lo siente porque realmente es él quien sufre. Así, cuando se produce un corte en el cuerpo, su masa también se divide. La irritación que con ello se produce no proviene del hecho de que sea una masa, sino una determinada masa. Tal ocurre con la quemadura que se da en el cuerpo; el alma la siente porque recibe inmediatamente su impresión, contigua como está al cuerpo. Toda ella, en efecto, siente la misma impresión que el cuerpo, pero sin que por esto experimente cosa alguna. Lo que el alma hace cuando siente es declarar el lugar de la impresión, allí donde el cuerpo ha recibido el golpe, causa de su sufrimiento. Si fuese el alma la que sufriese, el alma que está toda ella presente en todo el cuerpo, no podría dejar de manifestarlo, sino que sufriría también toda ella y se vería por entero presa del dolor. Pero, sin embargo, no podría decir ni declarar en qué punto se da ese dolor que, para ella, se daría allí donde se da el alma, esto es, en todas partes. Ahora bien, es realmente el dedo el que sufre, y si ocurre lo mismo con el hombre es porque el dedo le pertenece, como suyo que es. Se dice que el hombre siente dolor en su dedo, como se dice que es de color claro porque así lo son sus ojos. Pero el hombre sufre verdaderamente en el punto donde se da el dolor, si es que no se toma como sufrimiento la sensación que acompaña al dolor. Más, evidentemente, lo que quiere indicarse con esto es que no hay sufrimiento que pase inadvertido a la sensación. La sensación, por tanto, no ha de considerarse como sufrimiento, sino como conocimiento del dolor. Pero al ser conocimiento es ya de suyo impasible, para conocer y dar a conocer íntegramente lo que ella percibe. Porque un mensajero que se deja llevar por la emoción, no cumple ciertamente con su cometido, ni es un mensajero en la verdadera acepción de la palabra.
Enéada IV, 4, 19 — O prazer e a dor
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 29) – WHEN THE SOUL LEAVES THE BODY, SHE LEAVES A TRACE OF LIFE
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 3) – THE SOUL BECOMES WHAT SHE REMEMBERS
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 30-45) – A influência dos astros é devida à simpatia
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 30) – STARS, AS WELL AS THE SUN, HAVE PRAYERS ADDRESSED TO THEM
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 31) – NATURAL ACTIONS ARE BOTH ON WHOLES AND ON PARTS
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 32) – HAVING CONFUTED ASTROLOGY AND DEVILTRY, WORLD INFLUENCE IS ATTRIBUTED TO THE WORLD-SOUL
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 33) – THE STARS’ MOTIONS COMPARED TO A PREARRANGED DANCE
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 34) – THE INFLUENCE OF THE UNIVERSE SHOULD BE PARTIAL ONLY
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 35) – EARTHLY EVENTS SHOULD NOT BE ATTRIBUTED TO THE STARS’ BODY OR WILL
- Guthrie: Tratado 28 (IV, 4, 36) – NOTHING IN THE UNIVERSE IS ENTIRELY INANIMATE