Enéada IV, 4, 25 — Sabe-se que a sensação não pode se fazer sem órgãos (3)

25. Para ver, y para sentir en general, no basta con tener órganos, sino que es preciso que el alma se incline hacia las cosas sensibles. Ahora bien, como el alma del universo se aplica siempre a los seres inteligibles, aun disfrutando del poder de sentir no podría hacer uso de él puesto que se encuentra en una región superior. Nosotros mismos, cuando Contemplamos con suma atención a los seres inteligibles, damos al olvido las sensaciones visuales y cualesquiera otras; incluso, la percepción de una cosa nos hace prescindir de la visión de otra. Se quiere, en realidad, que el universo perciba una de sus partes por medio de otra, como si verdaderamente se viese a sí mismo. Pero esta reflexión sobre sí mismo, aun tratándose de nosotros, no tiene ninguna utilidad como no se haga en vista de algún fin. Mirar hacia algo por el simple hecho de que sea bello, es lo propio de un ser imperfecto y dispuesto a sufrir.

Podría aducirse que el olfato y el gusto están ligados a ciertas cualidades y que, en tal sentido, tiran del alma hacia todas partes, en tanto la vista y el oído pueden pertenecer por accidente al sol y a los demás astros. Opinión no carente de lógica, si vuelven su atención hacia nosotros. Pero, si esto ocurre, es que disfrutan de memoria, pues sería extraño que no recordasen sus buenas acciones. ¿Cómo existirían éstas si no hay memoria de ellas?