Enéada IV, 4, 9 — Zeus como demiurgo

9. Pero Zeus, que ordena el mundo, lo gobierna y lo dirige, Zeus, que posee eternamente un alma real y una inteligencia real, además de un poder de previsión que le permite conocer los acontecimientos, organizarlos y dominarlos, así como hacer girar los astros, cosa que ha hecho ya tantas veces, ¿cómo no va a conservar la memoria de todos los períodos, de cuántos y cuáles han tenido ya lugar? Si para que estos vuelvan a realizarse tiene que activar su imaginación, comparar y reflexionar, ¿cómo iba a olvidarse de todo lo demás, siendo como es él mismo el más hábil de los demiurgos? La gran dificultad que se presenta en cuanto a la memoria de los períodos cósmicos es la siguiente: ¿cuál es realmente su número, y puede Zeus conocerlo? Si este número resulta limitado, concederemos al universo un comienzo en el tiempo; pero si es ilimitado, el propio Zeus no conocerá nunca el número de sus obras. Sabrá, si acaso, que su obra es única y que disfrute de una vida única y eterna — así hay que entender el número ilimitado — , pero conocerá esta unidad, no de un modo exterior, sino por su misma obra. De este modo, lo ilimitado convive con él eternamente, y aún mejor le acompaña, pero Zeus lo contemplará con un conocimiento que no le viene de fuera. Si conoce la infinitud de su misma vida, conoce también en su unidad la actividad que ejerce en el universo, aunque ésta se extienda a todo.