Capítulo 9: Exame dos filósofos anteriores: Anaxágoras, Heráclito, Empédocles, Aristóteles e os pitagóricos
1-7. Anaxágoras, Heráclito e Empédocles distinguiram o mundo sensível da realidade inteligível, sem todavia chegar a apreender a unidade absoluta do primeiro princípio.
7-27. Aristóteles reconheceu a superioridade do intelecto divino que compreende nele mesmo os inteligíveis, mas dispôs este intelecto como o primeiro princípio, enquanto de fato esta realidade múltipla não é uma unidade absolutamente simples.
28-32. Com Platão, os pitagóricos são os únicos filósofos antigos que apreenderam a natureza suprema do Uno.
Traducción del griego por José Antonio Migues
9. Anaxágoras, al hablar de la simplicidad de la inteligencia, pura y sin mezcla1, considera también al Uno como término primero y separado; pero, por su misma antigüedad, desdeñó la exactitud. Y Heráclito conoció el Uno eterno e inteligible, porque según él, los cuerpos están en un devenir y en un flujo constantes2. Para Empédocles cuentan la Discordia, que separa, y la Amistad, identificada con el Uno. El Uno es también para él algo incorpóreo en tanto los elementos son considerados como la materia3. Más tarde, Aristóteles dijo que el ser primero es algo “separado e inteligible”4, aunque al afirmar que “se piensa a sí mismo” hace nuevamente que no sea el primero5. Aristóteles habla de diferente manera que Platón cuando admite tantos seres inteligibles como esferas celestes para que cada una de las esferas pueda ser movida pero no tiene razones que dar e invoca entonces la necesidad. Mas, aunque hablase con todo fundamento, podría objetársele que es más razonable que todas las esferas, puesto que colaboran en una misma ordenación, miren hacía el Uno y hacia el Primero. Podría, incluso, preguntársele si, para él, los seres inteligibles múltiples provienen de un solo y primer término, o si se dan varios principios en estos seres. Si ocurre lo primero, estará claro, por analogía con las esferas del cielo sensible, en donde una encierra a las demás y la esfera exterior domina a todas las otras que el ser primero de lo alto envuelve también todas las cosas y que, a su vez, existe realmente un mundo inteligible. Pero, lo mismo que aquí las esferas no están vacías, sino que la primera se encuentra llena de astros y las otras llevan igualmente el suyo, así también en el mundo inteligible los seres que actúan de motores encerrarán en sí mismos una multiplicidad y serán, sin duda alguna, los seres más verdaderos. Si ocurre lo segundo esto es, si cada motor es un principio, los distintos principios se regirán por el azar, y entonces ¿Cómo podrán reunirse y ponerse de acuerdo para producir esta obra única que es la armonía del cielo? ¿Cómo es posible, por otra parte, que los seres sensibles que hay en el cielo constituyan un número igual al de los motores inteligibles? ¿Y por qué estos motores son múltiples e incorpóreos y carecen de materia que les distinga?
Así se explica que aquellos de los antiguos que siguieron a Pitágoras, a sus discípulos y a Ferécides se hayan mantenido firmemente con respecto a esta naturaleza; pero unos la hicieron explícita en sus escritos, otros la dieron a conocer en lecciones no escritas y otros, en fin, la desdeñaron completamente.
Cf. Anaxágoras, fr. B 12. ↩
Cf. Empédocles, fr. B 26, 5-6. ↩
Cf. Aristóteles, Del alma, libro III, cap. 5, 430 a. ↩
Cf. Aristóteles, Metafísica, A 7, 1072 a 26: “La inteligencia se piensa a sí misma abarcando lo inteligible porque se hace inteligible con este contacto, con este pensar” ↩