Enéada V, 3, 11 — A gênese do Intelecto a partir do Uno

11. He aquí, pues, que la Inteligencia es múltiple cuando quiere pensar el principio que está más allá de ella. Y piensa, en efecto, pero, al querer aprehenderlo en su simplicidad, se aleja verdaderamente de él para recibir siempre sí misma una realidad que se multiplica. De modo que, tiende hacia él, no es aún una inteligencia, sino más una visión que todavía no tiene su objeto; y cuando se aleja de él, tiene ya lo que ella tenía, pero multiplicado. Deseaba, por tanto, una cosa de la que poseía una indeterminada representación. Con su alejamiento obtuvo ciertamente otra cosa, que ella hizo múltiple al tomarla en sí misma. Porque es claro que poseía ya un esbozo de su visión, sin el cual no habría podido acogerla en sí misma. Sin embargo, este objeto, de uno que era se ha vuelto múltiple, y es así como ella lo conoce para verlo, convirtiéndose, entonces, en visión en acto. Es, pues, inteligencia, en tanto posee el objeto y lo posee como inteligencia. Con anterioridad, era tan sólo deseo de ver y visión informe. Pero como tal inteligencia se lanza hacia su principio y se vuelve inteligencia cuando lo aprehende, conservando íntimamente y para siempre esta disposición y haciéndose inteligencia, esencia y pensamiento con el acto de su mismo pensar. Antes de esto no era ni un pensamiento, porque no poseía lo inteligible, ni tampoco una inteligencia, porque todavía no había pensado.

Antes que los inteligibles debemos colocar su principio, que no puede existir en ellos. Porque lo que se da en un ser no es precisamente el principio del que proviene sino aquello de que está hecho. El principio del que proviene un ser no es él mismo un ser, sino algo diferente de todos los seres. No es, pues, ninguno de ellos, sino algo que precede a todas las cosas e, incluso, a la propia Inteligencia. Como, además, todo ser es anterior a la Inteligencia, se confirma con ello que el principio de los seres es anterior a la Inteligencia. Y si, al hablar de todas las cosas, nos referimos a las que vienen después de la Inteligencia, también en este sentido será anterior a todas las cosas. No podrá ser, por tanto, ninguna de las cosas a las que él precede, esto es, no podrá designárselo como Inteligencia, ni tampoco como Bien, si con la palabra Bien se quiere significar algunas de esas cosas. Désele tal nombre, pero a condición de que designe algo que preceda a todas las cosas. Ya que si la Inteligencia es múltiple y el pensamiento que sobreviene en ella y sale de ella también la hace múltiple, lo que es absolutamente simple y la primera de todas las cosas, esto, naturalmente, deberá encontrarse más allá de la Inteligencia. Porque si pensase, ya no estaría más allá de la Inteligencia sino que sería la misma inteligencia. Y sí fuese la Inteligencia, entonces tendría que ser algo múltiple.