Enéada V, 5, 5 — O Uno engendra o resto das coisas, produzindo o ser em primeiro.

5. Dícese que hay que remontarse hacia el Uno porque es lo que subsiste como Primero e idéntico, aunque otros seres unos provengan de El. Así, en el caso de los números, contamos con una unidad que permanece en sí misma y con otro ser que los produce, surgiendo el número con arreglo a esta misma unidad. Con mayor razón todavía, si se trata del Uno anterior a los demás seres, éste deberá permanecer en sí mismo; pero, aunque eso ocurra, no será una cosa diferente de El la que produzca los seres, sino que bastará con que El exista para que los seres sean engendrados. Pero, lo mismo que, en el caso de los números, la forma de la unidad podía tomarse como primera o segunda, porque cada una de las unidades que sigue a la unidad primera no participa en ella de igual manera, así también en lo que hace a las cosas posteriores al Primero podrá decirse que tienen algo de El, algo que debe considerarse como una forma. Allí, en los números, la participación en la unidad producía la cantidad; aquí, en cambio, la huella del Uno produce la esencia, de modo que el ser no es otra cosa que la huella del Uno. Si se dice, pues, que la palabra ser deriva de la palabra uno, hay grandes posibilidades de alcanzar la verdad. Porque el ser que llamamos el primero, tan sólo un poco se alejó del Uno y no quiso ya ir más adelante, volviéndose, entonces, hacia dentro y convirtiéndose así en la esencia y en el hogar de todos los demás seres. De modo que, quien habla del Uno apoyándose en el sonido mismo las palabras parece dar a indicar lo que procede de El, expresando la palabra ser en la medida de lo posible. En tal sentido, lo que proviene del Uno, es decir, el ser, conserva la imagen de la potencia de la que ha nacido. Y el lenguaje, movido por esta visión y este espectáculo, conserva en su imagen, pronunciando las palabras “ser, esencia hogar.” Porque estas palabras quieren designar la existencia de lo que fue engendrado por el Uno, tratando de conservar así, en la medida de lo posible, la imagen de la generación del ser.