Philebus ou Filebo
Sobre o prazer e o bem. Filebo vive uma vida de extremo hedonismo, desprovida de razão e pensar, que não sustenta qualquer conversa sobre ela e não se submete à reflexão. Tanto que no meio do diálogo Filebo se cala.
Os princípios da ética (como viver melhor) se conectam com princípios de metafísica e lógica exercendo demandas lógicas sob um apelo ético.
La escala de bienes en el «Filebo». — La controversia acerca de las «dos vidas» reaparece tardíamente en el Filebo, respondiendo probablemente a las actitudes contrapuestas dentro de la Academia, la hedonista de Eudoxo, que defendía el placer como sumo bien del hombre, y la ascética de Espeusipo, que lo rechazaba totalmente. Platón adopta una posición intermedia, equilibrada, que pudiéramos llamar conciliatoria, en la cual su madurez le inspira una solución en que, sin condenar el placer, trata de regularlo y someterlo a la medida de la razón. Pero, aun cuando plantea la cuestión en general, preguntando en qué consiste el Sumo Bien, y atribuyéndole como propiedad fundamental la suficiencia (autarkheia) para asegurar la felicidad del hombre con su posesión, sin embargo, el Filebo no expresa el pensamiento completo de Platón, sino sólo una respuesta circunstancial a la controversia surgida entre sus discípulos en torno a la cuestión concreta del bien del hombre en la presente vida.
En el Diálogo entran como interlocutores, por una parte, Sócrates, que representa la vida conforme a la sabiduría, y por otra, Protarco y Filebo, que defienden la vida según el placer. Platón excluye terminantemente como Sumo Bien el puro placer sensible (hedone), porque es inestable e insuficiente y solamente puede considerarse como bien particular de la parte más baja del hombre. Una vida totalmente entregada al placer no podría llamarse humana, sino animal, porque el hombre, además de cuerpo material, tiene también un alma inteligente.
Pero el hombre no es tampoco una inteligencia pura, sino que consta de un alma unida a un cuerpo material. Por lo tanto, el Sumo Bien no puede consistir en la sabiduría pura (phronesis) porque no sería el bien del hombre completo. «¿Quién de vosotros querría vivir poseyendo toda la sabiduría, toda la inteligencia, toda la ciencia y toda la memoria que es posible tener; pero a condición de no experimentar ningún placer, pequeño ni grande, ni ningún dolor…?»
El bien del hombre consistirá en una mezcla proporcionada de ambas cosas, en una vida mixta (miktos bios), alimentada por dos fuentes: «la del placer, que puede compararse a una fuente de miel, y la de la sabiduría, de la cual brota un agua pura y saludable». En la mezcla deberá entrar toda el agua (phronesis), pero no toda la miel (hedone). Para purificar el placer y dosificar la proporción en que deberá entrar en la vida feliz, establece Platón una escala de bienes, conforme a la triple norma de la medida, la verdad y la belleza, que en la mentalidad griega son las notas esenciales del Bien. Los cinco grados resultantes de la escala son los siguientes:
1.° La medida (metron), la moderación (metrion), lo conveniente (kairion).
2.° La proporción (symmetron), la belleza (kalon), la perfección (teleon kai ikanon).
3·° La mente (noûs) y la inteligencia (phronesis).
4·° Las ciencias (episteme), las artes (technai) y las opiniones rectas (doxai orthai).
5·° Los placeres puros, sin mezcla de dolor (hedonai alypoi, katharai).
De esta manera se evitarán tanto las exageraciones del hedonismo como la rigidez del intelectualismo. Y así el placer, procedente del apeiron, medido por la moderación y mezclado con la sabiduría, resulta proporcionado, bello y verdadero, y constituye el bien y la felicidad de que el hombre es capaz en este mundo.
Pero con la doctrina expuesta en el Filebo no queda completo el ideal platónico de la felicidad humana. La cuestión del Sumo Bien no se aborda en absoluto, sino en concreto, y en particular, teniendo en cuenta la constitución compuesta de la naturaleza humana y las condiciones de la presente vida. «Nuestra ciencia sería ridicula si sólo estuviera absorta en las cosas divinas». El Diálogo queda abierto, pendiente de una cuestión, que no se enuncia, y que Sócrates tampoco termina de aclarar. El Filebo representa solamente la actitud de Platón contra lo que pudiéramos llamar heraclitismo moral, buscando una norma fija, de carácter matemático, para regir la conducta del hombre en la presente vida. La mezcla dosificada de placer y sabiduría, armonizados en la vida virtuosa, dará por resultado la felicidad de que el hombre es capaz en este mundo. (Excertos de Guillermo Fraile, Historia de la filosofía. I: Grecia y Roma: 1)