Dios y el universo.
Excertos de Guillermo Fraile, Historia de la Filosofia
Ficino tiene un concepto netamente neoplatónico de la realidad. Rechaza la eternidad del mundo de los averroístas; pero no acierta a formular una idea clara de la creación, incurriendo en una especie de emanatismo, a la manera de Plotino. De aquí proviene su vaguedad de conceptos y la multitud de frases poco felices de sabor emanatista, en que quedan un poco comprometidas la trascendencia y libertad de Dios. Dios está presente e inmanente en todas las cosas: «ideoque quando dicimus Deum ubique esse, intelligi debet eum in seipso esse, atque e converso». «Neque attingit extrinsecus, sed intrinsecus agitat. Inest namque rerum omnium penetralibus». «Deus amplitudo et plenitudo ipsa est… ut ipse sit ipsum ubique» (ibid.). «Consistens… Deus in se, existit ubique». «Ratio dictat id quod ubique nominatur, nihil esse aliud quam universam naturam rerum eamque esse Deum» (ibid., I, II, 6). Sin embargo, en el capítulo 12 corrige esas expresiones con explicaciones tomadas de la Summa contra Gentiles de Santo Tomás. Y cuando habla de la visión beatífica, en el libro 18, abandona el platonismo para seguir a Santo Tomás (philosophicis dimissis ambagibus, beatitudinem ea quaeramus via qua christiani ducunt theologi, ac imprimis Thomas Aquinas, nostrae christianae splendor Theologiae).
1. En la cumbre de todos los seres está Dios, primer principio, primera unidad y primera inteligencia. Es el «universale agens», del cual procede toda la escala de los seres; el centro de toda la realidad, del cual se derivan todas las cosas a manera de líneas: «Deus per esse suum quod est simplicissimum quoddam rerum centrum a quo reliqua tamquam lineas deducuntur». Cuando habla de la iluminación de Dios emplea frases con un poco de sabor iluminista e innatista. Dios es la Inteligencia suprema, que ilumina todas las inteligencias particulares: «Potissimum vero lucem (Deus) in mentis arcanis, tum eius aciem purgat, acuit, illustrat, accendit assidue, tum formulas insitas menti vivificat…, ac mentis acies Deo irradiante succensa, lucidius ardentiusque inspiciat. Ubi ad ipsum intellígendi actum Deus se habet tamquam agens primum atque commune… mens tenet materiae locum».
2. Fuera de Dios hay tres órdenes descendentes de seres:
1) Las inteligencias (esfera de la Providencia).
2) Las almas (esfera del hado).
3) Los cuerpos (esfera de la naturaleza).
Hay tres clases escalonadas de almas racionales: “Tres sunt animalium rationalium gradus: in primo est anima mundi, in secundo animae sphaerarum, in tertio animae animalium suae sphaeris singulis contmentium”.
La primera es el alma del mundo (globo terreno una anima sufficit).
Per la tua providenza, fai s’infonda
L’anima in mezzo del gran corpo, donde
Conviene in tutti membri si difonda.
(Soneto de Ficino)
A continuación vienen las almas de las ocho esferas celestes (similiter octo caelorum globi animas octo). El sol es el corazón del cielo, y sus rayos penetran, calientan y vivifican todas las cosas. Por último están las almas de los elementos y los animales (animam suam habet aer, suam ignis, eadem ratione qua térra suam, et aqua. Aer et ignis, praeter communes animas, multas animas continent et animata propria). El alma humana es aquella por la cual cada uno de nosotros es colocado en la propia especie (mens igitur forma illa est, per quam quisque nostrum in humana specie collocatur). Es una centella del fuego divino y del Espíritu supremo. Pertenece a la esfera del hado. Mientras está unida al cuerpo puede, o bien remontarse a la esfera de la Providencia (supra fatum), o bien caer en la esfera de la naturaleza (sub fato). Pero debe esforzarse por retornar a Dios por medio de la purificación moral, desprendiéndose del cuerpo material, que es una cárcel y un estorbo para elevarse a la contemplación de Dios.
En el libro 15 de la Theologia platónica expone contra los averroistas 15 pruebas de la inmortalidad del alma, tomadas de Platón. La principal se basa en la posición privilegiada del hombre dentro del orden universal. El hombre es la máxima maravilla de la naturaleza. Es un compendio de las perfecciones de todos los seres (Haec omnia simul. In quo tamquam in media rerum specie cuneta comprehenduntur). Es el centro del mundo (cum media omnium sit, vires possidet omnium), el vínculo del universo (nodus et copula mundi). Por lo tanto, su alma debe ser inmortal. Sin embargo, al final adopta una posición ecléctica, declarando que el verdadero concepto del alma personal e inmortal debe deducirse agrupando las doctrinas de los distintos filósofos: averroístas, alejandristas, platónicos y aristotélicos.
3. La materia es lo más lejano a Dios en el orden de los seres y próxima a la nada (a primo esse distat longissime, atque est próxima nihilo). Es incorruptible, y solamente podría ser destruida por aniquilación, lo cual es contrario al orden de la naturaleza. Las plantas y animales que se dicen proceder de la putrefacción de la materia no nacen de ésta, sino del alma del mundo.
Ficino no formó propiamente escuela, pero con sus escritos, traducciones, conversaciones y epístolas, ejerció profunda influencia entre sus contemporáneos. Fueron a visitarle, entre otros, Juan Golet, Lefévre d’Étaples y Reuchlin.