El proceso triádico de Jámblico está inspirado en el mismo principio que el de Plotino y se realiza a través de tres momentos: a) Uno que permanece (mone, to menon), en éste el causado está en la causa, b) Otro que procede y progresa (to proion, proodos), en el cual el causado sale de la causa, c) Otro en que se verifica el retorno (to epistrephon, epistrophe), en que el causado vuelve a la causa.
1.° El Uno.—Por encima y fuera de todos los seres está el Uno, que es el ser por esencia, la Mónada, absolutamente trascendente y superior al Bien y al Uno de Plotino. Es suprainteli gible, inefable, inexpresable (he pante arretos arche), incomunicable (emethektos).
2.° La Vida.—Debajo del Uno está la Diada, que es el principio divino de la Vida y de la diversidad, simbolizada en Rhea, madre de los dioses. De ésta procede una serie de unidades (enades) o divinidades inferiores, pero también trascendentes (hyperousiai) y supramundanas (hyperkosmoioi), que constituyen el Mundo ideal (kosmos noetos), en el cual hay dos secciones: a) el Mundo inteligible de los modelos (kosmos noetos), en el cual hay tres hipóstasis inteligibles, que son: i) el segundo Uno, el Padre, la presencia (hyparxis), el límite, que corresponde al Uno de Plotino; 2) la Potencia (dynamis) de la presencia o la Diada indefinida; 3) el Entendimiento (noûs), el acto, la fuerza, la actividad, la mezcla. De esta tríada se deriva otra, que es el
b) Mundo intelectual (kosmos noeros), que comprende tres hipóstasis inteligentes (noeroi), que son: 1) un Entendimiento pensante; 2) una Potencia, y 3) otro tercer Entendimiento (Zeus), que se identifica con el Demiurgo de Platón, y en el cual pone Jámblico los paradigmas, o sistema de las Ideas platónicas. De esta segunda tríada nacen otras tres tríadas, y una hebdómada de siete dioses, que son los modelos de los siete planetas. A continuación sigue el
c) Mundo de las almas, que son también dioses, y que comprende: 1) un alma supercósmica, incorpórea, que está simbolizada en la Tríada, principio de retorno a la unidad; 2) un alma cósmica superior, que penetra en el mundo sensible, el cual, a su vez, se divide en dos secciones: un mundo superior, celeste, al cual pertenecen los dioses celestes, los cuales se escalonan en una serie jerárquica interminable. Hay dioses zodiacales, que son doce y cada uno de los cuales da origen a una tríada, con lo que llegan a 36, y cada uno de éstos a otros diez, con lo que resulta un conjunto de 360 dioses. Hay además otros 135 dioses interiores al cielo (egkosmoi). A los cuales hay que añadir la turbamulta de dioses protectores de cada nación y de cada ciudad, y los dioses de la naturaleza y de la generación (genesiourgoi). Estos dioses son invisibles, pero se manifiestan por medio de las estrellas, que son imágenes suyas. Debajo de los dioses hay una cantidad innumerable de ángeles, demonios y héroes. 3) Otra alma cósmica inferior es el Alma del Mundo, la cual penetra en la materia. Por una parte está por encima del tiempo y del espacio. Y por otra constituye la Naturaleza (physis), que es propiamente el Mundo sensible, el cual es un inmenso animal viviente1. Pero todo el Cosmos y el conjunto de todas las cosas están contenidos en Dios, que es el lugar divino que envuelve y contiene todos los seres. Y todo está ligado por la fuerza de la Necesidad (heimarmene).
En el hombre distingue Jámblico cuerpo, alma y entendimiento. El alma tiene además un cuerpo astral, compuesto de éter, distinto del cuerpo material. Las almas cayeron a la Tierra a consecuencia de un pecado y están sujetas a la Ley de las transmigraciones. Pero el hombre, aunque está sujeto al destino cósmico, es libre, y por su entendimiento, que es su parte superior, tiende hacia Dios, que es el Bien por esencia. Para llegar al término, que es la contemplación de Dios, hay que seguir el camino de la virtud, en la cual distingue cinco grados, añadiendo dos a los de Plotino: 1.° Virtudes políticas, o sociales. 2.° Virtudes catárticas, o purificatorias, que hacen al hombre retornar hacia su vida interior. 3.° Virtudes paradigmáticas, o ejemplares, por las cuales se prepara para la contemplación. 4.° Virtudes contemplativas (theoretikai), que elevan al hombre hasta el mundo intelectual. 5.° Virtudes sacerdotales (hieratikai) o unitivas, que son las que lo elevan hasta su unión con el Uno, que es el principio supremo, por encima de todo ser.
Jámblico da amplia cabida a los simbolismos pitagóricos. La Mónada es la unidad suprema. La Diada es la Vida y la inteligencia, y el principio de la diversidad. La Tríada es el Demiurgo y el principio del retorno a la Unidad. La Tétrada es la armonía universal. La Ogdóada es la causa del movimiento. La Ennéada es el principio de la identidad y de la perfección. La Década abarca el conjunto de todas las emanaciones de la Unidad.
«Mundus est unum animal, in quo partes, quamvis loco distantes, tamen propter naturam unam invicem ad se feruntur. Atque vis ipsa conciliatrix mundi, et causa communis omnium mixtionum, trahit quidem partes ad se invicem suapte natura» (De mysteriis aegypt.: ed. Lugduni, apud loan. Tornaesium, 1594, p.108). ↩