geometría (Igal)

Y si Dios estuviese ausente del mundo, es claro que también estaría ausente de vosotros y que nada podríais decir de El ni de los seres que vienen después de El. Ya admitamos que la providencia fluye del mundo inteligible hacia vosotros, ya demos por bueno lo que vosotros mismos queráis, el mundo contendrá algo que viene del mundo inteligible, algo que, realmente, ni ha sido abandonado, ni lo será jamás. La providencia cuida mucho más del todo que de las partes; el alma del todo participa mucho más en ella que las otras; lo prueba la existencia misma, una existencia que disfruta de la razón. ¿Quién de esos insensatos que se eleva demasiado alto muestra la ordenación y la prudencia del universo? Este acercamiento resulta ridículo y totalmente fuera de lugar; y el que no lo hace forzado por el razonamiento no puede ser estimado limpio de impiedad. Ya no es de persona razonable tratar de investigar sobre esto; se necesita realmente estar ciego, no poseer en absoluto sensación ni inteligencia y hallarse a distancia de la contemplación del mundo inteligible, ya que ni siquiera se mira a nuestro mundo. Porque, ¿podría concebirse un músico que, conociendo los acordes musicales percibidos por la inteligencia, no se sintiera conmovido escuchando los acordes sensibles? ¿Y existe acaso algún experto en la geometría y en la aritmética que, conociendo la simetría, la proporción y el orden, no desee verlos con los ojos del cuerpo? Si no se mira de la misma manera las figuras que nos presenta un cuadro y que vemos con nuestros propios ojos, al no reconocer la imagen en lo sensible de algo que es inteligible, ¡buena turbación nos asaltará cuando sobrevenga el recuerdo del mundo verdadero! De esta experiencia se origina el amor. ENÉADA: II 9 (33) 16

Si el alma es un cuerpo, ¿cómo podrá tener virtudes, por ejemplo la prudencia, la justicia, el valor y todas las demás? Porque la prudencia, la justicia o el valor serían entonces, o un soplo, o simplemente sangre, salvo que el valor consista en la impasibilidad del soplo, la prudencia en su moderación y la belleza en una cierta hermosura de las formas, según la cual llegamos a decir que los cuerpos son graciosos o bellos. Es claro que corresponde al soplo tanto él vigor como la belleza de las formas; pero, ¿qué relación puede tener con la prudencia? Muy al contrario, el soplo se encuentra a gusto abrazando y tocando los objetos, allí donde puede recibir calor, o cuando desea un frío moderado o se aproxima a cosas realmente muelles, tiernas y lisas al tacto. Pero ¿qué puede importar al soplo la distribución según el mérito? ¿Diremos acaso que hay cosas eternas, principios de la virtud y otros inteligibles con los que el alma se enlaza, o bien que la virtud nace, nos ayuda y luego perece a su vez? Pero, ¿quién ha podido crearla y de dónde viene? Porque su creador tendría también que subsistir. Conviene sin duda que haya cosas eternas y permanentes, como los objetos de la geometría. Pero si la virtud queda incluida entre estos seres, entonces no puede tratarse de un cuerpo. Es necesario que el ser en el que asiente sea semejante a ella; pero este ser no podrá ser un cuerpo. Pues la naturaleza del cuerpo no permanece, sino que fluye por entero. ENÉADA: IV 7 (2) 8

Todas las artes de imitación, como la pintura y la escultura, la danza y la pantomima, son artes propias de este mundo porque tienen un modelo sensible e imitan formas y producen cambios de movimientos y de simetrías visibles. No sería lógico trasladarlas al mundo inteligible, si no hubiese que referirlas a la razón humana. Si consideramos la constitución del (animal universal) partiendo de la simetría visible en todos los demás animales, hacemos uso de una parte de la facultad que, en el mundo inteligible, considera y contempla la perfecta simetría en el ser inteligible. Y otro tanto hay que decir de la música, que ejercita sus pensamientos sobre el ritmo y la armonía; pues se produce del mismo modo que la que tiene por objeto el ritmo inteligible. Todas las artes que fabrican objetos sensibles, como por ejemplo la arquitectura o el arte del carpintero, sacan sus principios del mundo inteligible y de los pensamientos del mundo inteligible, en tanto se ajusten a la simetría. Pero como mezclan estos pensamientos a un objeto sensible, su objeto no se encuentra por entero en el mundo inteligible, salvo que se le considere en la razón humana. No se hallan, pues, en el mundo inteligible, ni la agricultura que contribuye a la vegetación sensible, ni la medicina que atiende a la salud de los hombres, o a la fuerza y bienestar de sus cuerpos. Porque en esa región se dan otra fuerza y otra salud, por las que todos los seres aparecen inmóviles y satisfechos. La retórica, la estrategia, el gobierno de la casa y el arte de reinar, si comunican la belleza a sus acciones, introducen naturalmente en la ciencia una parte del mundo inteligible y de la ciencia misma del mundo inteligible. Así, la geometría, que se refiere a objetos inteligibles, debe ser integrada en el mundo inteligible, e, igualmente, con mucho mayor motivo, la sabiduría que se ocupa del ser. He aquí lo que convenía decir acerca de las artes y de los objetos producidos por ellas. ENÉADA: V 9 (5) 5