Tradução em espanhol de Jesús Igal
En el orden cronológico de las obras de Plotino establecido por Porfirio, el tratado presente ocupa el número diez, después del gran tratado sobre el Uno. Tenemos aquí una clara muestra de cómo Plotino une firmemente el pensamiento metafísico y la vida espiritual personal. Como muy bien indica su título, el tratado se ocupa de las tres realidades que Plotino llama hipóstasis principales: el Alma, Ja Inteligencia y el Uno, en orden ascendente. Las observaciones de Plotino pretenden señalar las diferencias y relaciones entre unas y otras, aunque a veces sus rasgos aparezcan un tanto oscuros. No se trata tanto de unos apuntes de clase para la comprensión de un sistema filosófico, sino más bien de una auténtica muestra del camino de la mente hacia Dios, que exige una aceptación de su verdadera naturaleza y de su dignidad. Es sencillamente una guía para el estudioso en su ascenso hacia su último fin. Con una fuerza que no se alcanza en ningún otro lugar de las Enéadas, Plotino explica en los dos primeros capítulos con rasgos espectaculares la alienación del alma y el olvido de sí misma aquí abajo. Después se muestra cómo al volver al verdadero conocimiento de su naturaleza como alma, la encontramos transcendiendo la Inteligencia y el Uno o Bien, y vemos así cómo el Bien tiene que transcender y engendrar a la Inteligencia. Los capítulos 8 y 9 son probablemente una digresión destinada a demostrar que se está siguiendo la auténtica doctrina de Platón, en contra de algunas opiniones del tiempo. En los últimos tres capítulos se recuerda cómo el alma puede encontrar la Inteligencia y el Uno en nuestro interior. Acaba con una exhortación a no distraerse con las voces mundanas y superficiales y a concentrarse a fuero interno en las voces de lo alto.
SINOPSIS
I. Las almas en su deseo de pertenecerse a sí mismas han olvidado su propia naturaleza y a su Padre. Esto las ha llevado a una alienación y desprecio propio con una admiración hacia las cosas materiales.
Hay dos caminos para volverlas hacia Dios:
a) Convencerse de que las cosas materiales son despreciables.
b) Recordar al alma su origen divino y su valor. El alma tiene que convencerse de que es capaz de conocer cosas mayores (cap. 1)
II. Cuando el alma se libre de la ilusión y alcance la verdadera paz, verá la verdadera alma (a la que se asemeja) que da luz, vida y belleza al mundo. Este no tiene valor sin el alma que hace girar los astros dándoles divinidad al sol y demás cuerpos celestes (cap. 2)
III. Cuando se ha entendido la naturaleza del alma, se pasa al siguiente estadio en el camino hacia Dios y se comprende la Inteligencia (vecina superior del alma). Entonces se ve cómo el alma es una imagen de la Inteligencia, depende de ella y es perfeccionada por ella (cap. 3)
IV. La Inteligencia es el arquetipo del universo visible, como lo expresó Platón en el Sofista (cap. 4)
V. La Inteligencia es producto del Uno. De esta forma, el número (y el Uno en otro sentido) es quien da estructura a la Inteligencia (cap. 5)
VI. El Uno produce la Inteligencia sin ningún movimiento o separación de sí mismo, como una radiación de su perfección. La Inteligencia se muestra a sí misma como la unidad perfecta en la diversidad del mundo inteligible, cuando vuelve al Uno. De esta manera produce al Alma (caps. 6 y 7)
a) Confirmación: Ésta es la verdadera doctrina enseñada por Parménides y mejorada por Platón (cap. 8). En lo esencial están de acuerdo Anáxagoras, Heráclito y Empedocles.
b) Crítica de Aristóteles: concibe el primer principio separado e inteligible; comete el error de mostrar una Inteligencia que se concibe a sí misma. De esta forma introduce una incoherencia en el mundo inteligible con la doctrina de la pluralidad de los motores inmóviles (caps. 9).
c) Refutación: El Alma, la Inteligencia y el Uno los encontramos en nuestro interior.
VII. Exhortación final: volver al interior y escuchar las voces de lo alto.