Igal: Tratado 10,1 (V,1,1) — A alma deve se conhecer a si mesma

¿Qué es, por cierto, lo que ha hecho que las almas se hayan olvidado de Dios su Padre y que, siendo porciones de allá y enteramente de aquél, se desconozcan a sí mismas y desconozcan a aquél?1. Para las almas el principio de su mal es la osadía2 y la generación y la alteridad primera y el querer, en fin, ser de sí mismas3. Gozosas de su albedrío, una vez que hicieron su aparición, y ejercitadas en moverse mucho por su cuenta, corriendo en dirección contraria y alejándose muchísimo, se olvidaron de que también ellas provienen de allá, como los niños que, arrancados recién nacidos del regazo de sus padres y criados lejos por largo tiempo, se desconocen a sí mismos y desconocen a sus padres. Pues así las almas, como ni ven ya a aquél ni se ven a sí mismas, menospreciándose a sí mismas por desconocimiento de su estirpe, apreciando las demás cosas y admirándolas todas más que a sí mismas, atónitas a la vista de ellas y maravilladas y suspendidas de las cosas de aquí, arrancáronse a sí mismas en lo posible de las cosas a las que dieron la espalda por menosprecio. De donde resulta que la causa de su absoluto desconocimiento de aquél es el aprecio de las cosas de aquí y el menosprecio de sí mismas. Pues tan pronto como se corre tras otra cosa y se admira otra cosa, ya quien la admira y corre tras ella reconoce ser inferior a las cosas que «nacen y perecen»4, y al conceptuarse como lo más vil y mortal de todas las cosas que tiene en precio, ya no será jamás capaz de considerar en su ánimo ni la naturaleza de Dios ni su potencia.

Es menester por ello que el razonamiento dirigido a quienes se hallen en ese estado sea doble por si lograra: a) convertirlos hacia las realidades contrarias, hacia las primeras; b) y elevarlos hasta el Supremo, hasta el Uno y Primero5. ¿Y cuáles son estos dos razonamientos? Uno que muestre la vileza de las cosas que el alma estima actualmente; éste lo desarrollaremos más por extenso en otra parte6. Otro que instruya al alma y le rememore cómo es en estirpe y dignidad. Este es anterior a aquél y una vez dilucidado esclarecerá aquél. Ahora hay que hablar del segundo porque atañe de cerca al tema de nuestra investigación y porque será de provecho para el primero. La razón es que quien investiga es el alma y ésta debe conocer quién es ella que investiga, a fin de que antes de investigar se conozca a sí misma: si posee capacidad de investigar tales cosas, si posee un ojo capaz de ver, y si le compete investigar. Porque si es afín a ella, le compete investigar y es capaz de averiguar.


  1. Sobre este tratado, véase F. Brunner, «Le premier traité de la cinquiéme ‘Ennéade’: ‘des trois Hypostases Príncipielles’», en Revue de Théologie et de Philosophie,3. ser., 23 (1973), págs. 135-172. 

  2. Véase N. Baladi, La pensée de Plotin, París, 1970, pág. 65-98. 

  3. Véase IV 4, 3, 1-3. H. Blumenthal, «Soul, World-Soul and Individual Soul in Plotinus», en Le Neoplatonisme, París 1971, pág. 61; Porfirio, Lettre à Marcella, E. de Places, París, 1982, pág. 123, 29 y nota 1. 

  4. Platón, Timeo 28a3. 

  5. Estas dos etapas, «conversión» y «elevación» del alma, se mencionan en I 3, 1,10-19

  6. Tema de I 3