3. De todos modos, hay que suponer que el alma está en el cuerpo1, sea que exista antes que el cuerpo, sea que exista en el cuerpo, pues de la unión del cuerpo y del alma «el conjunto recibió el nombre de animal»2.
Pues bien, si el alma se vale del cuerpo como de instrumento, no está forzada a recibir las afecciones venidas a través del cuerpo, como tampoco los artesanos las afecciones de sus instrumentos. Bien puede ser, en cambio, que reciba la sensación forzosamente, puesto que no puede valerse de su instrumento sino conociendo por la sensación las afecciones del exterior. Y es que valerse de los ojos, ya es ver.
—Pero es que el ver lleva consigo daños y, en consecuencia, molestias, dolores y, en general, cuanto es inherente al cuerpo; y, consiguientemente, también apetitos cuando el alma busca la curación de su instrumento.
—Pero ¿cómo van a llegar hasta ella las afecciones venidas del cuerpo? Un cuerpo transmitirá afecciones suyas a otro cuerpo; pero el cuerpo al alma ¿cómo? Eso sería como si, al experimentar alguien una afección, la experimentara otro. Porque, en la medida en que uno es el que se vale y otro el instrumento de que se vale, están separados el uno del otro. Al menos, el que concede que quien se vale es el alma, la separa.
—Pero antes de separarla por la filosofía, ¿cómo estaba?
—Estaba mezclada.
—Pero si estaba mezclada, es que o había una fusión, o estaba como «entrelazada»3, o como una forma no separada, o como una forma en contacto, al modo del timonel, o una parte de ella de este modo y otra de aquel otro (v. krasis); quiero decir en el sentido de que una parte está separada, y es la que se vale4, y otra mezclada de cualquier modo y sirviendo de instrumento a la que se vale de ella, en tal modo que la filosofía pueda orientar esta misma parte que sirve de instrumento hacia la que se vale de ella y apartar a la que se vale, en cuanto no medie una necesidad absoluta, de aquella de que se vale, de modo que ni siquiera haya de valerse siempre.
Plotino pasa ahora a estudiar la segunda hipótesis (caps. 3-4): el alma en el cuerpo en el sentido platónico (Alcibíades I 129 e-130 a) de «usuaria del cuerpo» y, por tanto, mezclada de uno u otro modo con él. ↩
Esta parte separada es la que se vale, entiéndase, no del cuerpo (puesto que, propiamente, la que se vale del cuerpo es la inferior, cf. VI 7, 5. 23-25), sino de la otra, de la inferior, mientras que esta otra tiene rango de instrumento de que se vale la superior. ↩